Al escuchar la sirena en el barrio San Bartolo -sur de Quito- todos los moradores salen de sus casas, pues conocen que si alguien activa la alarma comunitaria es porque se trata de una emergencia o un robo. Esa es la consigna del sistema que implementa el Municipio en varios barrios de la capital para combatir la inseguridad.

“Antes salíamos con palos y machetes, con la idea de linchar al ladrón, ahora solo evitamos que el malhechor huya”, explicó Raúl Armas, presidente del barrio.

El sistema de alarma comunitaria es un dispositivo pequeño que funciona como central y que, normalmente, se  instala en la casa del presidente del comité barrial. El sistema cuenta con treinta pulsadores que se instalan en las demás viviendas del barrio.

Cuando sucede una emergencia, cualquier morador puede activar la sirena, que automáticamente emite una alerta a la Unidad de Policía Comunitaria (UPC) más cercana para que acudan de inmediato. 

Para Armas, el sistema ayudó al barrio a ser más organizado y unido para enfrentar una emergencia. Pero admite que por sí mismas las alarmas no evitan los robos, porque “solo se irán a robar en los lugares donde no hay alarmas”.   

Nelsy de la Carrera, directora de Seguridad y Participación Ciudadana del Municipio, explica que el sistema no combate la inseguridad sino que fomenta la organización barrial. Por eso, antes de instalar las alarmas  los habitantes del sector son capacitados para evitar un mal uso del sistema.

En Turubamba, también en el sur, los habitantes instalaron el sistema pero hubo vecinos que pulsaban la alarma cada vez que ganaba su equipo de fútbol favorito, contó un morador del sector, quien acotó que por la molestia que ocasionaba el ruido decidieron desactivarlas.

Daniel Torres, responsable de Seguridad en la Administración Zonal Eloy Alfaro, explicó que el período de   capacitación depende de la dinámica del barrio, “de cómo están organizados; y si el barrio no demuestra aquello, no nos arriesgamos a poner alarmas”, dijo.  

Primero se conforma un comité de seguridad, que la constituyen cinco personas: presidente, secretario y tres vocales, quienes son elegidos por la comunidad y después forman parte del comité pro-mejoras del sector.

A ellos se les capacita en áreas como autoprotección, gestión en riesgo y violencia intrafamiliar, cómo evitar una riña callejera y otras áreas que los moradores consideren pertinentes. El comité está encargado de entregar estos conocimientos a los otros habitantes y de crear un plan de seguridad que se adapte a las necesidades del barrio.

El trabajo debe ser coordinado entre la Administración Zonal del Municipio, la Secretaría de Seguridad, la Policía Nacional y moradores.

Para elegir el barrio en donde se implementarán las alarmas se realiza un estudio de campo y se analizan los datos del Observatorio Metropolitano de Seguridad Ciudadana, el cual señala a los sitios con mayores índices de  inseguridad, una información que se coteja con la que entregan los moradores de los barrios para solicitar la instalación del sistema de seguridad.