El tiempo para el fin de la corrupción empieza a correr
Las narconovelas no reflejan toda la realidad mexicana. Andrea Miranda es periodista de Sinaloa y está cansada, por decir de alguna manera, de que en las series se retrate a su tierra como llena de narcotraficantes. “Somos un estado bello, productores de maíz”, resalta.
México lucha a diario con los estereotipos de la inseguridad y la corrupción. Dentro del país y fuera de él. Su gente, de todos los estratos sociales, está cansada.
Uno de los síntomas de ese desgaste fue la pérdida del poder de los dos únicos partidos políticos que han estado en el Ejecutivo.
El PRI y el PAN fueron derrotados rotundamente por Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Su carta de triunfo fue ofrecer a sus mandantes que pondrá fin a la corrupción. “Vamos a arrancar de raíz el régimen corrupto”, dijo AMLO.
Sus críticos lo acusan de populista. En las últimas semanas insistió en que la corrupción ha sido parte de los gobiernos neoliberales y propuso una consulta para que los mexicanos decidan si quieren que su gobierno investigue los delitos de corrupción de las últimas cinco administraciones. Pero también cambió de discurso y declaró que es mejor poner punto final y empezar de nuevo porque su “fuerte no es la venganza”. El discurso ambiguo trajo sus consecuencias. AMLO llegó al poder este 1 de diciembre con desgaste político. Fue electo el 1 de julio y desde ese día tomó decisiones sobre el futuro de su país. Tenía un colchón político amplio porque prácticamente humilló al PRI, partido del presidente Enrique Peña Nieto.
Una semana antes de la toma de juramento trascendieron encuestas sobre la caída de la popularidad de López Obrador, que fueron negadas por Jesús Ramírez Cuevas, vocero del presidente electo.
Los análisis políticos más críticos apuntan que el desgaste se debe justamente al cambio de discurso. AMLO, líder de Morena, tenía en campaña un discurso duro contra los empresarios. Sin embargo, ya como mandatario electo se ha reunido con ellos. Su mensaje contra la corrupción también ha sido interpelado por tener entre sus filas a personajes cuestionados.
En campaña acusaba a un grupo de la prensa de tener vínculos con el poder económico y político oficial (le decía prensa fifí). Había el temor de que se rompería la libertad de expresión. Hasta ahora no ha sido así. López Obrador, aunque ha tenido exabruptos con periodistas, ha dado entrevistas a líderes de opinión de su país.
El estereotipo de un país violento se expande en la cultura popular. México es un país muy rico, un destino turístico del mundo, pero quienes viven ahí saben que la situación no es tan fácil, especialmente en los estados copados por la delincuencia que incluso está incrustada en los poderes políticos. (O)