A un siglo de la “gripe española”
Hace exactamente un mes en Ecuador, cuando la vida transcurría con una aparente normalidad y rutina, nadie se imaginó que progresivamente se entraría en un estado de inmovilización, por la emergencia sanitaria ante la propagación del coronavirus.
Para comprender el actual contexto no existe una mejor manera que recorrer la historia sobre el manejo de las epidemias en Ecuador y, sin duda, un hecho fundamental fue la “gripe española” detectada en Quito el 16 de diciembre de 1918, que contaminó a 15.070 personas y provocó 185 defunciones.
Lo acontecido en ese entonces lo relata el académico e historiador Germán Rodas Chaves en un capítulo de su libro: Pensamiento Médico. El liberalismo radical y la Revolución Juliana. Trazos de la figura de Isidro Ayora; a cien años del acontecimiento que conmocionó las calles de Quito, se aplicaron medidas muy similares a las actuales. Por disposición de las autoridades de higiene de ese entonces, se clausuraron las actividades públicas y de educación; se informó a la población de la circunstancia epidémica, recomendándoles aislamiento y mayor abrigo corporal. Un hecho que se recuerda en la atención de los casos de la “gripe española”, se refiere a la obligatoriedad para que los médicos se identificaran colocando banderitas en sus casas y contribuyan con detectar los enfermos y dar seguimiento a la evolución de la enfermedad en los casos de contagio. Un gesto de humanismo y solidaridad. Hoy, ¿realmente sabemos si en nuestro entorno viven médicos a los que pudiéramos recurrir? El rol protagónico de Ayora ocurrió a propósito de su adhesión al pensamiento higienista público -se había formado en Alemania- y, luego, cuando fue Presidente de Ecuador (1926 - 1931), se convirtió en el verdadero fundador de la salud pública en el país. Rodas pone mucho énfasis en este asunto pues su texto se preocupa, también, de desentrañar la realidad del país en ese periodo a partir de analizar el “pensamiento médico”. En aquel entonces, como igualmente sucede en estos momentos en el mundo, el virus afectó diversos territorios. Si bien las épocas son diferentes, existe algo en común: las respuestas ante las crisis sanitarias y las fortalezas de los seres humanos para sobrevivir a epidemias que, luego de su paso, dejan huellas de magnitud en el sistema socioeconómico, político, ambiental y cultural de los países.
Por eso, a un siglo de distancia entre la “gripe española” y el coronavirus, las medidas tienen que asumir una mirada integral, pensando en el día después y en cómo fortalecer el sistema epidemiológico de la salud pública, en cuyo contexto, la participación de la organización civil es fundamental.(O)