Los buenos deberían pagar menos impuestos que los malos
El fracaso de los sistemas tributarios en Latinoamérica es palpable y real, de acuerdo a la CEPAL para el año 2015, la evasión del impuesto a la renta en Latinoamérica fue de US $ 340.000 millones que equivale al 6.7% del PIB total de Latinoamérica. Mientras que la pobreza aumentó para el 2016, después de una década de reducción, al 30.7% de la población. Lo cual evidencia que la carga tributaria no la soportan los que más tienen (evasión) ni tampoco ha cumplido el fin redistributivo, previsto en la Constitución.
Es una falacia pretender la aplicación de los principios de igualdad y generalidad en la aplicación de los tributos, cuando los contribuyentes no son iguales; y no me refiero a la riqueza. Lo injusto es que un contribuyente que no presenta declaraciones, oculta sus ingresos, infla gastos con facturas de empresas fantasmas, mantiene estructuras societarias complejas para eludir el pago de los impuestos debidos, se sujete a las mismas reglas (base de tributación y tarifa) frente a otros contribuyentes que cumplen razonablemente con el pago de los impuestos debidos en tiempo y forma que la Ley determina.
Estos buenos contribuyentes deberían gozar de mayores facilidades para cumplir con el pago de impuestos tanto en gozar de mayores plazos de declaración como en el acceso a formularios y anexos más sencillos; y también en tener unas bases tributables y tarifas de impuestos menores, frente a los malos contribuyentes.
Imaginen ustedes, queridos lectores, tener una aplicación y ubicar en que lugar se pueden hacer compras de supermercado con un IVA del 10% en establecimientos que tengan un sello de responsabilidad fiscal; o poder salir con la familia o amigos a un bar y restaurante, y nos ponemos de acuerdo en que sea uno de los cinco mejores en el ranking de mejores pagadores de impuesto a la renta sobre sus ingresos; o escoger ir a un centro comercial cuyas compras me permitan acumular millas para pagar impuestos; bajo la premisa de que esos locales de ese centro comercial no usan mecanismos de evasión, elusión ni planificación abusiva de impuestos.
Por un momento ciudadanos y SRI deberían ponerse en la camiseta de los empresarios que pagan impuestos y bastante, frente a otros que no pagan y que además logran colar en las reformas tributarias, temas como amnistías tributarias o exoneraciones totales de impuestos.
Solo cuando la política tributaria esté en los ciudadanos y no en los empresarios ni en la Administración Tributaria podrán revertirse las cifras con las que empieza este artículo; y eso se traduce en adquirir bienes y servicios de empresas que en mayor medida contribuyen con el pago de impuestos en el país donde generan valor. (O)