Y la culpa no era mía / Ni dónde estaba / Ni cómo vestía...
Las cifras no mienten. Los femicidios están en aumento. De eso hablan las cifras de la Fiscalía General del Estado.
Entre 2014 y 2019 hubo 349 víctimas. De ese número, 247 de los casos fueron perpetrados por sus convivientes, cónyuges, sus “compañeros sentimentales”.
Para aquellos que creen que la cifra no es alarmante hay que reflexionar que muchas de esas tragedias iniciaron por actos de maltrato contra ellas, contra nosotras.
La Encuesta Nacional sobre Relaciones Familiares y Violencia de Género del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC) evidencia esa realidad.
En 2011 se presentó un primer informe en el cual el 60,6% de ellas reconoció haber vivido algún acto violento de género. Ocho años después, el informe evidenció que la cifra llegó a un 64,9 %. Siendo la violencia psicológica la forma más frecuente de agresión (56,9%), siguiendo la física (35,4%) y la sexual (32.7%).
La recurrencia e incluso incremento de estos crímenes demuestra que las normas, empleadas como instrumentos formales de las instituciones del Estado que luchan para erradicar la violencia de género, no son suficientes.
Una vez más lo dicen las cifras. De los femicidios registrados en los últimos cuatro años, solo fueron resueltos 188. Mientras que 92 están en indagación previa; 19 llegaron a juicio; ocho están bajo apelación; nueve en casación...
Las actuales desigualdades por la condición de género, que son causas de femicidio, deben recibir mayor atención en las esferas no solo públicas, también privadas.
Además es menester acudir a otras instancias que permitan un mayor alcance de las normas: aplicación del concurso ideal de delitos, prisión preventiva al agresor por lesiones leves contra la mujer o contra los miembros de la familia; facilitar y modernizar los trámites judiciales para obtener garantías personales u órdenes de alejamiento. E incluso, perseguir y alcanzar sanciones contra funcionarios que no asumen un adecuado despacho de estos casos.
La prevención es tan importante como fortalecer el sistema legal. Los hechos de femicidio, también tienen un enfoque educativo, cultural y social.
Es urgente fortalecer un trabajo entre las instituciones: repensar los estándares culturales de género, enfocándose en revalorizar a la mujer, no solo desde los hombres, sino también desde nosotras mismas. (O)