Esta inequidad en la carga de trabajo no remunerado se da, sobre todo, en las mujeres que viven en sectores rurales y en aquellas que tienen menos niveles de educación.

Por otro lado, si eres una mujer profesional igual tienes el doble de carga laboral, porque además de trabajar en la oficina tienes que llegar a la casa a seguir cumpliendo con las tareas propias del hogar e incluso ayudar en las tareas de los hijos, lo que, en definitiva, exige más tiempo de trabajo y menos calidad de vida; normalmente ocurre esto.

Hay que indicar también que se ha naturalizado el hecho de que las mujeres sean quienes asuman las tareas que no son remuneradas (trabajo doméstico). Por un tema de patriarcado se asume como un asunto natural. Además, las mujeres que dependen económicamente del hombre enfrentan también dificultades, porque en el momento en que el hombre se separa de ella puede dejarla en la calle con los hijos, eso, precisamente, se llama violencia patrimonial.

Aunque estas situaciones ocurren en nuestra sociedad, me parece que hay cambios que se dan en las nuevas generaciones, principalmente, en los nuevos espacios urbanos, porque los chicos tienen otra relación con las mujeres y, al mismo tiempo, tienen una educación diferente, lo cual es determinante para ir transformando la sociedad.

Se constata, además, que en los establecimientos educativos también existe un mayor nivel de equidad en torno a ese tema. Aun así, los hombres, en general, no valoran el trabajo de las mujeres en la casa, principalmente, el trabajo doméstico, eso es un hecho. Los hombres necesitan tomar mayores responsabilidades de las tareas que realizan para apreciar esta labor. (O)