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Los medios públicos le dieron al país otro relato

Los medios públicos le dieron al país otro relato
Foto: John Guevara / EL TELÉGRAFO
20 de mayo de 2017 - 00:00 - Redacción Política

El 29 de noviembre de 2007 Ecuador conoció otra forma de leer el mundo. Un Decreto Ejecutivo ordenó la creación del canal y la radio pública, una demanda de los propios periodistas.

Ecuador TV se estrenó entonces con la transmisión en vivo, desde Montecristi, de la Asamblea Constituyente. Fue un hito democrático: por primera vez los ciudadanos eran partícipes de la construcción de la Carta Magna.

Al año siguiente, el 17 de marzo, EL TELÉGRAFO (luego de que se declara nulo un supuesto aumento de capital) se refundó como el primer diario público y, el 26 de agosto, salió al aire la Radio Pública. A fines de 2009 surgió también la agencia Andes. Todos los medios hoy están cobijados por Medios Públicos EP.

¿Cómo se construye un medio público? En el país no existe una cátedra o especialización que hable de ello. Tras casi 10 años de servicio a la comunidad es un proyecto en desarrollo.

Quienes hoy forman parte de ellos hacen aproximaciones: ofrecen una agenda informativa nacional (con corresponsales en todo el país), promueven la producción local, privilegian la investigación periodística de largo aliento, informan al margen de la coyuntura para ofrecer datos verificados, pero sobre todo “construyen ciudadanía”. Todo ello sin la presión del mercado o los auspiciantes.

Álex Mora, director de EcuadorTV, destaca la voluntad política del presidente Rafael Correa para concretar una demanda que por años se discutió en las aulas: “El espectro mediático necesitaba un relato distinto al que construía el medio privado”.

Los medios públicos nacieron con periodistas formados en los medios privados y el apoyo de especialistas de Chile y Argentina, que conocían la experiencia de otros países. “No existe la fórmula para construir un medio público, cada país enfrenta un proceso diferente”.

Uno de los primeros proyectos fue ampliar la  cobertura, “llegar a donde cada día oían el himno nacional de Perú o Colombia, a donde los canales comerciales no llegaban por el reducido número de habitantes y falta de rédito. También pensamos en los niños, un público que debíamos captar para que creciera con nosotros. Luego vino la franja de programas de opinión, debíamos ser un canal con muchas facetas”.

A lo ecuatoriano

Tener medios liberados de la censura empresarial es un avance, destaca la catedrática Isabel Ramos, quien ha visto cómo los pobladores de zonas de frontera o de los páramos, acceden por primera vez el espectro radioeléctrico, derecho del que fueron relegados.

“Cuando los derechos de televisión para transmitir el Campeonato Nacional de Fútbol fueron adquiridos por los medios públicos hubo una serie de críticas porque ‘no fueron creados para eso’, pero en la frontera se vivía una fiesta. Por primera verían en la pantalla de su casa un partido de fútbol”, destaca la analista.

Conseguirlo no ha sido fácil. Giovanna Tassi, directora de Radio Pública, apostó por la inclusión, la interculturalidad, una visión de género que no se limita a lo femenino, la deconstrucción del lenguaje violento, la recuperación de la memoria y la risa, elementos necesarios para “romper el molde”.

La primera decisión —recuerda— fue no separar la señal por provincias para que los ecuatorianos se escuchen entre sí. No buscaron locutores de voces ‘acartonadas’ sino a gente que hable en el micrófono con su propio acento, su identidad. En Guayaquil escuchan al reportero de Puyo.

EL TELÉGRAFO abrió oficinas regionales en Cuenca, Ambato y Manta, que se sumaron a las de Guayaquil y Quito, para recoger información de las localidades y aumentar el nivel de circulación. En sus páginas hay espacios para el adulto mayor, clubes de periodismo y la cultura.

Un estudio con periodistas de Carchi, Imbabura y Sucumbíos —afirma Ramos— reveló que los medios privados pagaban por notas con ciertos estándares discursivos: delincuencia, narcotráfico, el peligro en la frontera. “Eso muestra cómo sesga el mercado, y no digo que los medios privados no deban existir, pero los medios públicos responden a necesidades de información que no eran satisfechas”.

El medio público no se mide por el rating, pero marca vidas. Una mañana —relata Tassi— el dueño de una hacienda le escribió para contarle que al llegar al establo, donde sus trabajadores ordeñaban a las vacas, los encontró discutiendo sobre los ‘fondos buitre’.  

Nadar contra corriente

Desde su creación hubo sectores que los calificaron como “la caja de resonancia del Gobierno” o parte del “Estado de propaganda”.

La Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) hizo un estudio sobre la transferencia de la agenda política del Gobierno y los medios de comunicación pública y privada, entre diciembre de 2014 y junio de 2015, que demostró que no hay una correlación estadísticamente significativa. “El Gobierno no marca su agenda, aunque actores de oposición hayan instalado aquello como ‘sentido común’ para deslegitimarlos”, afirma Ramos.

A pesar de la campaña de desprestigio, la ciudadanía hoy reconoce la necesidad de que existan medios públicos y su derecho a informarse de otra manera. La investigadora María Belén Calvache lo  ejemplifica con la última contienda electoral, cuando el pasado 2 de abril un canal de televisión nombró Presidente a un candidato basándose en una encuesta errada. “La gente no se conformó con ver un canal de televisión, buscó información en los medios públicos y decidió esperar los resultados oficiales”.  

Al mirar en retrospectiva, el gerente Editorial de los Medios Públicos, Xavier Lasso, cree que la clave fue saber, desde el principio que “no se podía ocultar la línea editorial (...); el sitio neutro, impoluto, cero contaminación no existe y quienes así lo afirman es puro cinismo”.

Y tildarlos como “medios de Correa” —sostiene— es una solución perversa de los medios comerciales a un hecho político necesario. “Es inevitable en cualquier contexto que adquieran la impronta del gobierno de turno, y aquellos que esperan una política editorial pura no entienden la complejidad, las contradicciones nos dan el espacio para construir nuestra agenda”.

“Es el Estado el que da los recursos y todavía hay funcionarios despistados que te llaman como si fuese el medio de él”, afirma el gerente editorial.

En el nuevo gobierno los medios públicos afrontan el reto de consolidar la fusión que se decretó el año pasado. Ahora una sola empresa pública los administra y tiene el objetivo de ser autosustentable en el mediano plazo.

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