Un profesor amable, serio, pero estricto con el estudio
En los pasillos de las universidades Andina, la Pontificia Católica del Ecuador (PUCE) y la Central, Julio César Trujillo dejó huellas permanentes a sus alumnos.
Uno de ellos fue Efrén Guerrero, quien ahora es decano de la Facultad de Jurisprudencia de la PUCE, quien conocía a Trujillo desde hacía 25 años. Él fue su profesor de Teoría del Estado.
Guerrero lo recuerda como un maestro amable, estricto, serio y muy ortodoxo en su manera de dar clases. Le gustaba darlas citando a los autores clásicos y también explicar con ejemplos a sus estudiantes. Guerrero admira de Trujillo su coherencia entre su vida y su discurso. Siempre actuó en defensa de los derechos de los trabajadores, la libertad ciudadana y la democracia.
Mencionó que él siempre decía que los abogados debían ser soldados de la justicia, por lo que instaba a sus alumnos a tratar de proteger al más débil, jurídicamente hablando. “El doctor Trujillo era ese tipo de personas que estaban dispuestas a sacrificar su vida, su tranquilidad por el país”, enfatizó.
Mientras que Germán Rodas, vocal de la Comisión Anticorrupción, señaló que Trujillo decía que a lo largo de su vida nunca colaboró como abogado de sectores contrarios a los intereses de los trabajadores o del pueblo. “Él estuvo vinculado a los sectores sociales, de los trabajadores, con mucha entereza”, señaló Rodas.
Agregó que como enseñanza a las nuevas generaciones, Trujillo deja un legado de “vivir como se predica y actuar con el ejemplo”, sobre todo al haber sido una persona honesta y transparente.
“Fue un hombre que vivía con lo indispensable, de manera mesurada. Deja una imagen de que el hombre y la mujer deben luchar hasta el final de sus días por sus convicciones”. (I)