Aunque las canciones del salsero colombiano Joe Arroyo fueron muy alegres, irónicamente su vida estuvo marcada por las desgracias. Desde su niñez en el marginal barrio Nariño, de su Cartagena natal, el cantautor que ayer falleció a las 07:45 de la mañana en la clínica La Asunción, de Barranquilla por una falla multiorgánica, sufrió el abandono de su padre. Otras tragedias de su vida fueron la pérdida de Tania, la primera de sus hijas, y la de un hermano comerciante que había sido sepultado como NN en Panamá por una bala perdida, mientras el artista cantaba durante un fin de año.

Pero más allá de eso, su vida estuvo envuelta por los  excesos con las drogas y el alcohol durante su juventud, quizás causados por la dureza de su infancia en la que llevaba baldes con agua e incluso fue expulsado de la escuela por cantar en sitios nocturnos para llevar el sustento a su madre, Ángela González. 

Natalia Moreano, médico guayaquileña, explica que la falla multiorgánica es la consecuencia de varias dolencias que con el paso del tiempo deterioran otros órganos, con una enfermedad de base.

“La diabetes mellitus que tenía  fue la base y pudo ser la causante de su insuficiencia renal. Sus defensas quedaron muy bajas y eso lo convirtió en un paciente muy vulnerable a cualquier otra dolencia. Luego eso le provocó un paro cardiaco masivo”, explica la profesional.

El doctor Pedro López coincide con ese criterio. “El hipertiroidismo, que según los medios, sufrió en la década del 80, lo llevó a  una insuficiencia cardiaca. Eso provocó que los pulmones se complicaran. Así la irrigación sanguínea hacia los pulmones y cerebro no es normal. Lo de su hígado graso o esteatosis hepática tuvo que ver con sus excesos”, indica el galeno local.

Aunque el creador del ritmo “joeson” estuvo internado desde el pasado 27 de junio, sus cronología de enfermedades se conocieron el 7 de  septiembre de 1983 durante el apogeo de su orquesta La Verdad, que él creó dos años antes. Aquel día los medios difundieron el rumor de que había muerto porque no aparecía en los escenarios. El artista nacido el 1 de noviembre de 1955 había bajado de peso hasta los 47 kilos (103 libras) y estuvo a punto de caer en coma por la alteración de su metabolismo propia del hipertiroidismo. Aquel día las cadenas Univisión y Televisa prepararon un homenaje porque creían que había muerto.

En la década del 80 había sido apresado por problemas con drogas. De hecho, durante su última presentación en Ecuador (1 de octubre de 2004 para la Feria de Durán), lo reconoció en el hotel Oro Verde guayaquileño en el que  se alojó aquella ocasión y en la que era notoria su fragilidad para hablar y caminar.

“Siempre jugué con mi vida, con mi suerte y con mi salud, hasta cuando Dios me agarró de la oreja y me dijo: quédate quieto”, decía el intérprete colombiano de “Yamulemao”, “En Barranquilla me quedo”, “El ausente”, “Tania”, dedicada para su fallecida hija; la famosísima “Rebelión”,  “A mi Dios todo le debo”, en la que él le agradecía al Todopoderoso de sacarlo del alcohol y las drogas (entre ellas la cocaína), entre otras canciones.

Arroyo, quien a los 8 años se metía debajo de un balde para escuchar como sonaba su voz, estuvo a punto de morir hace once años en Barcelona, España, por un coma diabético y una neumonía. Eso había mermado su natural voz con registro de tenor. Aquello se evidenció hace casi seis años en Ecuador.

Intérprete de porro, cumbia y -por supuesto- salsa, Arroyo empezó en 1970 con la orquesta de Manuel Villanueva y el Super Combo Los Diamantes, ambas en 1970. Al año siguiente grabó con La Protesta, aunque su consagración llegó cuando firmó por discos Fuentes y fue reclutado por Julio Ernesto Estrada (“Fruko”), bajista y líder de Fruko y sus Tesos. De ahí pasó por Los Líderes y los Latin Brothers.

En su carrera grabó 32 discos desde 1969 y actualmente TC Televisión transmite por las noches la telenovela El Joe: la leyenda, de RCN, que narra su vida.

Nueve días antes de que fuera internado en La Asunción el 27 junio pasado, Arroyo se había presentado  en Bogotá, recién recuperado de un quebranto que lo llevó a la clínica el 26 de abril de este año.

Ese fue el detonante que causó su recaída y posterior fallecimiento. Sus restos son velados desde ayer  en la sede de Sayco, en Barranquilla, ciudad en donde hoy será sepultado.