Tutankamón se mira en el espejo
Cuando acaban de cumplirse 90 años del descubrimiento de la tumba de Tutankamón, Egipto cuenta desde ayer con una réplica exacta de esta joya faraónica, obra de un estudio español que la Unión Europea ha regalado al pueblo egipcio.
Si uno obvia la humedad característica de las tumbas del Valle de los Reyes y las estrecheces causadas por el agolpamiento de turistas, un paseo por la reproducción devuelve parte de la emoción que debió de sentir el arqueólogo Howard Carter al descubrir los tesoros que encerraba la más famosa de las cámaras funerarias.
E incluso cuenta con alguna ventaja sobre la original, porque esta, a diferencia de la tumba en Luxor, sí se puede tocar. El grado de precisión de la réplica se puede medir por el tacto, simplemente acariciando el rugoso relieve de la tumba, que imita el original con una precisión de micras, gracias al trabajo tecnológico del estudio madrileño Factum Arte.
Al fin y al cabo, “las tumbas eran inmensamente bellas, pero no se hicieron para ser visitadas”, como recuerda el alma máter del proyecto, el artista británico Adam Lowe, que ha encabezado un equipo de más de 40 personas durante tres años de trabajos.
Pese a que estaba prevista para febrero de 2011, la revolución egipcia pospuso la entrega del proyecto hasta ayer, cuando la jefa de la diplomacia de la Unión Europea, Catherine Ashton, regaló esta obra al pueblo egipcio con motivo de una reunión entre la UE y Egipto.
Detrás del clon faraónico se esconde “un auténtico estudio forense”, asegura Lowe, para el que fue necesario grabar durante seis semanas la cámara de Tutankamón en 3D, de forma que la copia tuviera la máxima fidelidad posible.
En el proyecto se han utilizado materiales como resina con fibra de vidrio y poliuretano de densidad media, pero el secreto, dicen sus autores, está en la piel. “Se trata de una especie de piel elástica que envuelve todo y que es donde están impresas las pinturas de la tumba. Después, adherimos esa capa con pegamento y con bombas de vacío”, explica el escultor Javier Barreno, que se niega a desvelar, como el resto del equipo, de qué material está hecho el revestimiento.
El sueño de su creador es que la réplica viaje al sur de Egipto para ser instalada tras la casa de Carter, que domina una loma junto al Valle de los Reyes, y que allí pueda ser visitada por los turistas. “Desde que fue descubierta la tumba se ha deteriorado mucho, como lo haría cualquier casa en la que todos los días entran cientos de personas”, explica Lowe sobre la razón por la que la tumba original permanece cerrada en la actualidad.
Tutankamón, un faraón de la dinastía XVIII que reinó aproximadamente entre 1332 a.C. y 1323 a.C., debe su gloria póstuma al exquisito estado de conservación de su última morada -que aportó una información inestimable acerca del Egipto antiguo-, más que a sus dotes políticas o militares.
El descubrimiento de su tumba, convenientemente publicitado y amplificado, supuso el estallido en todo el mundo de la pasión por la egiptología, convirtiendo la cámara funeraria en una de las más codiciadas por los miles de turistas que visitan cada año el país.
Ahora, esta iniciativa, que ha contado con el apoyo de la Universidad de Basilea (Suiza) y de la asociación suiza Amigos de las Tumbas Reales de Egipto, propone abrir una nueva forma sostenible de aproximarse a la joya.
“Queremos hacer una transferencia tecnológica a la comunidad local para que ellos también puedan hacerlo”, dice Lowe. Por ahora, la réplica no pasa de ser una peculiar estancia postiza que ha sido agregada como una protuberancia al lujoso hotel Conrad, a orillas del Nilo.
Será el Gobierno egipcio quien decida su destino final. En la génesis de esta obra se hallan dos preguntas que se hizo el propio Lowe: “¿Pueden beneficiarse los turistas de visitar una réplica de la tumba? ¿Puede actuar como una fuerza proactiva y beneficiosa?”. Las respuestas están aún por escribirse.