Sergio Sacoto desempolvó sus canciones clásicas
Guitarra y voz. Luces bajas. Público encantado. Sonaban los versos de ‘Fatalidad’, que escribió Laureano Martínez y popularizó el ‘Ruiseñor de América’: “Nocturno / de celaje deslumbrante…”. En vivo: con una nitidez admirable. La voz que los entonaba era la de Sergio Sacoto, que en un intento de festejar a Guayaquil versionó ese éxito.
Vestía un saco beige, jean y zapatos de suela negros, “look” que complementó con una rosa roja delicadamente ubicada en un bolsillo de la prenda que cubría su camisa blanca, detalle que le dio un irrefutable toque de elegancia.
Su apariencia traía a la memoria a ‘crooners’ de los cincuenta como Frank Sinatra o baladistas latinos como José José, algo que se propuso antes de entrar a escena y que adelantó en la entrevista que ofreció a este diario: “Lo que se tratará de hacer es emular esas canciones de pop antiguo, superbásico y superbasado en el intérprete que había en los años setenta y ochenta…”.
Así fue. Llegó al escenario diez minutos antes de las nueve de la noche, con una banda básica: guitarra, batería, teclado y bajo. Él ocupó el centro del escenario y su voz fue la estrella. Sergio Sacoto canta con sentimiento, se entrega a sus temas, los hace suyos en cuerpo y alma, y esa pasión se refleja en la fuerte expresión corporal que propone en la tarima.
El ex vocalista de Cruks en Karnak luce más maduro en la manera de interpretar rock, pop, baladas y sus características fusiones tropicales. “No se da ni cuenta que cuando la miro / por no delatarme me guardo un suspiro / que mi amor callado se enciende con verla / que diera la vida para poseerla…”. Cada verso de esa balada llegó con emoción a los oídos de las personas que esa noche llenaron -a medias- la sala principal del teatro Sánchez Aguilar.
Saludó con ese cover famoso en la voz del español ‘Chiquetete’ al público que llegó para conocer su nuevo álbum, ‘En la oscuridad’, que lanzó la noche del martes pasado en ese escenario. Para Sergio, esa canción, que también consta en el disco, es la síntesis de lo que se propuso en este trabajo: pasión, interpretación, claridad, minimalismo y pureza.
“Hace tiempo nos debíamos este chismorreo”, dijo al fin, después de rapear un poco las líneas: “Comienza la noche y las marionetas / se juntan en el vaho de las discotecas / que combinan sus sonidos urbanos, vanos / ofreciendo un no sé qué que nos falta a los humanos...”, de la melodía ‘Lo que siento’, con la que recordó a su público que aquel Sergio versátil en la música aún vive en él.
El show fue más bien lineal. El músico, de origen argentino y nacionalizado ecuatoriano en 1990, casi no interactuó con sus seguidores, como se estila en los ambientes teatrales, hizo sí un repaso de temas que grabó antes, como ‘Sabida’ y ‘Perdido en Guayaquil’, que compuso para él Pablo Mora y que le sirvió para bautizar a su show.
El público, a inicios un tanto pasivo, solo esperó las palabras mágicas. “Cantaré algo de mi antiguo grupo”. En ese instante, la mayor parte de los asistentes volvieron por minutos a la adolescencia con los estribillos de ‘Haciéndose aire’, que significaron un avance del desenlace de su concierto.
En la entrevista previa al espectáculo, Sergio enfatizó que cantaría solo y que la dinámica estaría en la energía, la fuerza y la creatividad que entregaría en el show, pues consideraba que “invitar gente merma estos elementos de la puesta en escena”.
Sin embargo, esa noche presentó en dúo a su colega Alexandra Cabanilla, a quien definió como “una de las mejores voces del Ecuador”. Tuvo razón. Al juntarse sus voces, en sincronía con la melodía de un piano nostálgico, el sencillo ‘Tu casa’ tomó gran peso sentimental: “Ya no hay más jardín / Y se fue el balcón / Donde hace mil años juré amor eterno y pedí tu perdón…”.
Cuando la artista bajó, a dos guitarras, sonaron ‘Que debo hacer’ y ‘Dicen’, temas que compuso para Las Lolas y Pamela Cortés, en ese orden. Fue el instante más íntimo del recital y la precuela del clímax, en el que un Sergio Sacoto tropical se hizo ver con ‘Como camina’, ‘El aguajal’, ‘Cristo viene’ y ‘Tronco con pepa’.
Dos veces regresó, pedido por un público que se mostró emocionado al final de la hora que ofreció de concierto, cuando se paró para rumbear. ‘En la oscuridad’ es su segundo disco como solista y ve la luz dos años después del primero, ‘Nada es lo que parece’.