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¿Quien mandaba a quién? en casa de los Bower
Cuando Tony Micelli toca la puerta de los Bower en Conneticut, Ángela, una rubia ejecutiva divorciada, con dos toallas envueltas en su cuerpo y cabeza, se la abre.
Es la escena que los ahora sesentones actores Tony Danza y Judith Light inmortalizaron en la intro de la serie ‘Who’s the boss?’, conocida en Latinoamérica como ‘¿Quién manda a quién?’, entre el 20 de septiembre de 1984 y el 25 de abril de 1992.
Y es la escena que marca el primer capítulo de este ‘sitcom’, que originalmente se transmitió para la cadena ABC y en Ecuador se vio durante las noches por Ecuavisa.
Resulta que Tony Micelli (Danza)es un obsesionado por el béisbol, tanto que jugó como segunda base en Cardenales, de San Luis, pero una lesión en un hombro truncó su carrera como pelotero y, de paso, como padre viudo.
El tema es que tiene mala suerte para conseguir trabajo. Por eso toca la puerta de los Bower para conseguir un empleo como ‘ama de llaves’, según concibieron Martin Cohan y Blake Hunter, los creadores de la serie.
Durante la década del 80 fue una idea innovadora porque lo habitual es una empleada doméstica y un patrón, pero en ‘Quién manda quién’ ocurría lo contrario.
De hecho, el trasfondo de la comedia iba más allá, pues Tony y Ángela, los personajes de Danza y Light, se atraían uno al otro desde el primer capítulo y mientras avanzaban las temporadas era más evidente. Querían declararse su amor, pero siempre algo (o alguien) los interrumpía. Vivían un amor platónico, que tampoco se cristalizaba por los cuestionamientos sociales que implicarían ver a una ejecutiva con un ‘ama de llaves’.
Ambos mantenían su liderazgo dentro de sus roles, ella en la oficina y él en la casa que también habitaban Samantha (interpretada por la ahora sensual y cuarentona Alyssa Milano) y Jonathan (Danny Pintauro), los hijos de Tony y Ángela, respectivamente. A ellos se sumaba Mona, la libidinosa madre de Ángela.
Algo en común que tenían Tony y Ángela era el hecho de darle lo mejor a sus vástagos. Ella tenía más dificultades porque su vida de oficina le restaba tiempo de calidad con su hijo Jonathan, quien empezaba a descubrir cosas propias de su adolescencia, mientras Tony se mostraba celoso con Samantha.
Los valores morales eran también esenciales en la trama, que finalmente permitió ver consumado el amor entre Tony y Ángela, pero infructuosamente.
De hecho, el episodio final (25 de abril de 1992) se dividió en tres partes y relató las dificultades en la relación de ambos. Tony tiene la posibilidad de entrenar a un equipo de béisbol en Iowa, pero no acepta para estar cerca de Ángela, quien inevitable debe viajar a solucionar una negociación. Ambos se dan cuenta que sus vidas están separadas en Iowa y Connecticut.
En la escena final, Tony toca la puerta de los Bower y Ángela lo recibe entoallada, tal como sucedió en el primer capítulo.