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Las rancheras ahora tienen el sonido de cuatro mujeres
Steffany Romero no se considera una amante de las telenovelas, pero hace cuatro años hubo una que la enganchó. Ocurrió con “La hija del mariachi”, cuya trama giraba en torno a Rosario Guerrero, una cantante de rancheras que se enamora de Emiliano, sin imaginarse que él está prófugo de la justicia.
Steffany asegura que ese melodrama le permitió descubrir su gusto por los conjuntos de mariachis y a pedirle a su padre, Juan Romero, que le compre un traje similar al que ellos utilizan. De hecho, un año después integró el Mariachi Azteca Internacional de Ecuador, en el que permaneció un corto período.
Desde entonces le quedó el “bichito” por volver a tocar ese género, que se originó en México. Y para no quedarse con la “pica”, hace tres meses creó el conjunto Mariachikas, integrado por cuatro mujeres. Juntas se presentarán en el I Reencuentro de Peñeros, que se realizará el 30 de septiembre próximo en Parrillada Punta del Este.
Steffany, de 18 años, relata que el proceso para la formación del grupo no fue fácil. “En julio empecé una loca carrera por conseguir a las demás integrantes. Preguntaba a todo el mundo si conocían a alguien que toque el violín, la trompeta o el bajo. Durante una semana empecé a convocar músicos a través de las redes sociales”, señala la artista, que desde los tres años cantó para el grupo de su familia Los hermanos Romero.
Recuerda que en su muro del Facebook publicó: “Necesito chicas que toquen instrumentos para un grupo de mariachis”.
Al no obtener respuesta, Steffany cuenta que recurrió a su plan B: pedirle ayuda al cantante Marcos Urdiales, a quien conoció hace tres años. Él la había llamado junto con su hermana Diana Carolina para que participaran en su disco Homenaje incompleto. Urdiales se había enterado de que ambas hermanas tocan el requinto.
“Le comenté sobre lo del grupo y me dijo que era algo interesante y que sí tendría aceptación porque el país estaba lleno de mariachis dominados solo por hombres y muy pocos incluían a las mujeres. Entonces me propuso que convocara a chicas interesadas en ser parte de Mariachikas, pero a través de su muro”, explica.
Y precisamente, es allí donde conoce a Kimberly Alcívar, con quien, luego de largas conversaciones sobre gustos musicales, llegó a un acuerdo para conocerse personalmente. “La llamé a su celular y le pregunté si podía asistir a un ensayo”, dice Steffany, quien cursa el quinto año en el conservatorio de música Antonio Neumane. Lleva allí nueve años.
El “cuenta conmigo” por parte de Kimberly fue suficiente para ingresar como la bajista de Mariachikas.
Kimberly, de 18 años, comenta que aprendió a tocar la guitarra cuando cumplió 12 años, luego vino el bajo. “Mi papá, Agustín, le compró una guitarra a mi hermano Alejandro, pero cuando unos amigos le enseñaban a entonarla él no captaba tan rápido, en cambio yo solo con verlos sí pude. Así que cuando él se descuidaba tomaba la guitarra y me ponía a practicar.
Aunque él quería que mi hermano tocara la guitarra, después se quedó sorprendido de que yo me sabía todas las notas. Eso hizo que me inscribiera en un curso.
Después aprendí a tocar el bajo. Ese instrumento fue más fácil”, asegura la jovencita, que el año pasado formó parte de un grupo musical de pop.
Pero la integración de Kimberly no bastaba. Aún faltaban otros puestos por llenar, como el de las violinistas. Steffany relata que se contactó con Yohamely Rondón y Marianela Chico, quienes habían tocado en una ocasión con ella.
A la primera la conoció hace tres años cuando integró el conjunto del Mariachi Azteca, en el que Yohamely toca desde los 15 años. La artista formó parte de la agrupación que lidera su padre, José Rondón, luego de pasar por la Fundación Orquesta Sinfónica Juvenil del Ecuador Fosje, donde empezó su formación como violinista.
De todas las integrantes de Mariachikas, Yohamely, de 22 años, es la que tiene mayor experiencia musical en grupos de mariachis. De hecho, actualmente estudia la carrera de Producción musical en el ITAE.
Por su parte, Marianela, quien es graduada con la especialidad de violinista del Antonio Neumane, señala que el año pasado compartió escenario con Steffany.
“Fue un concierto de música clásica que organizó el conservatorio en el que ella tocaba la guitarra y yo la seguía con el violín”, dice la adolescente de 16 años, que a los 11 aprendió a tocar el instrumento. Sobre su violín, la también estudiante de actuación, dice: “Es como una extensión de mis brazos”.
Se inclinó por él a través de los videos musicales de mariachis con Rocío Dúrcal. Sin propónerselo ahora toca con Mariachikas, el conjunto ranchero en el que las mujeres mandan.