Las polleras, de fiesta en colorido y tradicional desfile panameño
Miles de panameños rindieron tributo a la tradicional “pollera” con un masivo y colorido desfile popular celebrado en la localidad de Las Tablas, la cuna de ese vestido femenino típico, ubicado en el suroeste de ese país.
El pequeño centro de Las Tablas fue inundado por unas 10.000 “empolleradas”, como se identifica a las mujeres ataviadas con el traje típico, según los cálculos revelados a Efe por el maestro Domingo Díaz, el encargado en el terreno de organizar el llamado “Desfile de las mil polleras”.
La “pollera” está constituida por una amplia falda, un par de enaguas y una camisa, las tres piezas blancas y de hilo, que se resaltan con estampados de delicados bordados y colores muy vivos realizados, en el caso de finas, completamente a mano.
La indumentaria se completa con vistosa joyería de oro y un rico arreglo en la cabeza llamado “tembleque”, que se acompaña con peinetas y mosquetas, todo de oro y perlas. La “pollera” fina puede costar entre 1.000 y 5.000 dólares, expresó a Efe Jaqueline Hernández, una de las artesanas especialistas en confeccionar estas prendas. Y si a ello se suman los accesorios, que la tradición dicta que sean de oro y perlas, el valor total de la indumentaria puede superar los 50.000 dólares.
La cuarta edición del “Desfile de las mil polleras” fue inaugurada por la primera dama, Marta Linares, quien lucía la indumentaria típica y encabezó el recorrido junto a su esposo y presidente del país, Ricardo Martinelli.
El primer desfile se efectuó en una amplia avenida de la capital panameña, pero la segunda y sucesivas ediciones se han llevado a cabo en Las Tablas, un poblado de la costa del Pacífico panameño que se reconoce como la cuna de la indumentaria, que nació durante la época de la Colonia española.
Bajo un ardiente sol de verano, cuyo efecto abrasador era apaciguado por una incesante y fresca brisa marina, las orgullosas y sonrientes “empolleradas” desfilaron y arrancaron aplausos y vítores de miles de entusiastas observadores, venidos de distintos lugares de Panamá y de otros países.
Se trataba de mujeres de todas las edades: desde pequeñas de tres o cuatro años hasta abuelitas, con maquillajes coloridos y muy acabados, que cumplieron su recorrido acompañadas de una comparsa de música alegre y tradicional llamada “tamborito”, y de caballeros ataviados con el traje típico masculino: una camisa blanca, pantalones negros y el sombrero pintao panameño. “Mi sueño era ponerme una pollera y desfilar, y lo voy a hacer ahora”, declaró a Efe María Elena González, una panameña madre de tres hijos, cuya familia es oriunda de la provincia de Los Santos, a la que pertenece Las Tablas.