Hubo “rock and roll y otros males” en Sarao
Nata es un torbellino en el escenario. Agita su cabello rubio rojizo por todos lados. Salta, extiende sus brazos y se mezcla entre el público que está en las escalinatas.
A Nata le sobra dominio escénico y tiene el respaldo de sus cómplices, Ángela, Andrea y Gabriela, aquellas chicas malas del rock guayaquileño que prácticamente han perdido sus apellidos para adoptar el de Cassettes.
Y esa performance tiene que ver con la presentación de su primer EP, Del rock and roll y otros males. Ahí Nata y Gabriela derrocharon energía y sentido del humor.
Dejaron entrever una química al estilo “James Hetfield y Lars Ulrich”, como ellas mismas dicen en los agradecimientos de su EP. A eso se complementan las voces de Ángela y Andrea para los coros de Arnold Stallone o el “nara nana nana” que tiene El perro y la llanta, que son dos de las cinco canciones que tiene su corto CD.
Aunque Ángela y Andrea prefieren mantenerse con perfil bajo, son quienes soportan la estructura de cada canción. Y Ángela “saca sus uñas” durante los solos, con una pose muy setentera, muy retro, como el rock surfer del que se ha alimentado desde la infancia, según reconoce.
El show empezó casi a las nueve de la noche con La Lucía del 69 y sus Merry Brownies (nombre que tomaron de los Merry Pranksters sesenteros de Ken Kasey, el autor de One Flew Over the Cuckoo’s Nest).
Y precisamente ese nombre conduce a lo retro y a “otros males” (los que envolvían a los Merry Pranksters). Lo de La Lucía es una propuesta que mezcla el rockabilly con las baladas del 70, según ella misma define. Lo de rockabilly cincuentero se percibe con los redobles de Carlos Alberto (el “Mono”) Tapia desde su batería y los rasgueos de Fabricio Rodríguez con su guitarra (aunque es más conocido como bajista).
En el escenario La Lucía luce sensual con una colorida blusa escotada y ajustada, tanto como su pantalón de cuero. A eso le añade histrionismo y una voz grave, profunda y ratos rasposa, que constrasta con el sonido de sus Merry Brownies. Lucía vive el personaje que ha creado, uno de “señorita perdición”, como titula una de las cuatro canciones que interpretó.
Clin clan y Candy Candy fueron otras que repasó durante su presentación, previamente al vértigo preparado por The Cassettes.
El turno para Nata, Ángela, Andrea y Gabriela llegó a las nueve y media. Sin pérdida de tiempo la colorada vocalista que tiene The Cassettes entró “casi pateando al perro”, pero con la promesa de “no pronunciar malas palabras” porque los padres de las cuatro rockeras estaban en primera fila.
Ven-gansa abrió el show “cassettero” en el pequeño escenario, seguida por El perro y la llanta, la canción que, según Nata, refleja algunas de las andadas de la banda.
A dólar y Perra Gilton, que también constan en el EP, subieron el tono del miniconcierto.
Tras cuatro temas, el público empezó a pedir Arnold Stallone, la más pop de su repertorio y la que marcó el resurgimiento de la banda que ya lleva más de cinco años y de la que Ángela es la única sobreviviente.
Y The Cassettes complació con Arnold Stallone, la canción que tiene su video rotando por MTV.
-Si no piden más, no toco- bromeaba Gabriela, quien llamaba “ñaña” durante todo el show a Nata.
-¿Quién es la mala?- pregunta la siempre inquieta Nata.
-Tú ñaña, tú eres la mala- responde la trigueña baterista que también luce grandes anteojos.
-Yo soy la mala. Yo, la mala- grita Nata, golpeándose el pecho para la canción que lleva ese nombre y que será el primer sencillo de 2012.
Nata dio rienda suelta a su locura y se metió entre el público con el que incluso bailó, mientras cantaba. Eran las diez y cuarto de la noche, la lluvia caía sobre la entrada al teatro. The Cassettes repartía autógrafos como “rock star” y a sus fans no les importaba mojarse porque querían más “del rock and roll y otros males”.