El movimiento rapero crece con fuerza en Guayaquil
Al escuchar o leer la palabra hip hop, es recurrente caer en el error de asimilarlo como sinónimo del rap, pero este último es solo otra arista que conlleva ese todo cultural en el que también conviven el break dance, los DJ y el grafito, el beatbox y el barbershop.
La cultura del hip hop, como tal, apareció en Ecuador en los ochenta, según información que el rapero Carlos Contreras rescata en un documental vivencial. Allí, este artista -que tiene ya 32 años inmerso en ese género y que es uno de sus íconos por haber pertenecido al emblemático grupo La Colección- se aproxima a los inicios de una arista del hip hop, que en nuestro país tiene cada vez más aceptación: el rap.
Contreras asegura en ese audiovisual que fue a inicios de los noventa cuando toma fuerza el movimiento rapero en Ecuador, y que Guayaquil fue la cuna de este tipo de música gracias a la apertura del centro de distracción conocido como Latin Palace, ubicado hasta ahora en la avenida Juan Tanca Marengo, cerca de las antenas de TV Cable.
Era la época en que ya Gerardo Mejía y AUD andaban en la movida del verso rapeado. De los conciertos organizados en el Latin Palace salieron exponentes como Rubén el Rey, La Colección, Raúl Cela y el movimiento guayaquileño Clan Sur, que tiene 11 años de trayectoria, fue parte de esa época de oro y aún continúa en la tarima.
Víctor Ayoví, representante de este último, reconoce que de alguna forma decreció ese auge mediático de los noventa, porque en el transcurso de esta última década los medios de comunicación cerraron las puertas a exponentes del género. Dice, sin embargo, que hay muchos MC (cantantes de rap) dispuestos a ofrecer su talento.
El grupo que representa se maneja con autogestión. Así ha conseguido shows en países como Perú, Colombia y Chile. Clan Sur es ahora parte de esa nueva generación de raperos que toma la batuta con diferentes tipos de actividades y organizaciones, e intenta generar presencia de este arte en la sociedad.
Aunque el rap nació en Guayaquil, actualmente el movimiento tiene más fuerza en Quito, reconoce Guillermo Ríos, el Cholo, quien es miembro del grupo A2H. Él se refiere al grupo Quito Mafia, que data de 1996. En su página de Facebook esta organización, que se encarga de promocionar exponentes del género, cuenta con más de 12.500 likes y una coordinación que constantemente les permite realizar conciertos.
Esto no ocurre en Guayaquil, aquí se carece de lugares destinados para conciertos raperos. Sin embargo, el artista Kenny el Lokillo, quien se inició escuchando Canserbero, explica que cada domingo la Federación Ecuatoriana de Hip Hop -otra organización que opera en Guayaquil- realiza actividades en el malecón Simón Bolívar. “Llevan un parlante, promocionan sus temas… Se inició bien, pero hay un poco de descoordinación”, comenta.
Su colega K’Mada, también de A2H, coincide con él al decir que pese a que es notable la presencia de raperos en esta ciudad porteña hay división en los grupos según los sectores. “La gente del sur no pega con la del norte, y la del norte tampoco con la del sur”, indica.
Él es miembro de la organización Esto es Cultura, que fundó junto a Guillermo Ríos y otros talentos en enero del año pasado. La primera intención de este movimiento es educar a la sociedad de lo que es el rap; la segunda, unir a los raperos en un solo puño.
Una de sus tareas fue hacer audiciones en varios lugares de la ciudad, escoger a los cuatro mejores MC y grabarles a cada uno una canción en el estudio de A2H, temas que posteriormente inmortalizaron en un disco. Luego empezaron con presentaciones en el parque Viernes Santo (a la entrada de La Fragata) y en un reciente proyecto organizaron un concierto solo de raperos, al que invitaron a cantantes de varios lugares de Guayaquil, entre estos Clan Sur y La Tinta 6.8.
Esta última es otra de las organizaciones que representan al género. Se fundó hace 4 años y uno de sus miembros es Omar Parrales, conocido en el mundo artístico como ‘Nexy’. “Hacemos rap para que la sociedad conozca nuestra música”, señala este artista, y agrega que La Tinta no solo promueve exponentes, también los produce.
Ellos son músicos ‘underground’. Se visten ancho solo por gusto, y no porque sea una obligación. Cantan en garajes o en actividades pequeñas. Sus letras son vivenciales. “Uno canta lo que vive, lo que piensa y lo que experimentan otras personas, pero siempre las letras se enfocan en problemáticas sociales y en aconsejar al que escucha”, dice El Cholo.
Lejos de todo el contenido social que pueda tener la letra, una canción elaborada en este género se mueve un plus que lo pone entre los favoritos: puede mezclarse con otros tipos de música: blues, jazz, country, reggae y hasta merengue y salsa, fusiones en las que adquiere elevada calidad melódica.
Los raperos de cepa, entrevistados en este reportaje, prefieren el ‘bombo y caja’, que en términos criollos sería el equivalente a ‘el pepo’, ‘el pelado’, el que va sin nada encima y que suena con beats repetitivos, en los que la palabra reina a través del verso.
El rap no es reggaetón
Aunque los exponentes del rap puedan acicalarse de forma similar e incluso usar bases musicales parecidas a las del reggaetón, representantes del primer género son enfáticos en asegurar que “no hay punto de comparación”.
Como primer asunto citan a las temáticas: el reggaetón en su mayoría utiliza canciones que denigran a la mujer, dice el rapero Kenny, mientras que su colega K’mada indica que el problema con el género de Daddy Yankee está en que se tornó comercial.
En cuanto a sonido, el ritmo electrónico conocido como dembow no se usa jamás en el rap, explica el Cholo, otro representante de este último.
ALGO MÁS
Documental
El audiovisual que preparó Carlos Contreras puede encontrarse con el nombre de Hip hop ecuatoriano–sus inicios.
Casa abierta
Mañana, la Federación de Hip Hop Ecuatoriana organiza una exposición rapera en el patio que está ubicado en los exteriores del Centro Cultural Simón Bolívar. La cita es a las 11:00.