La cumbia andina arma el “zapateo” de las fiestas nacionales
En las fiestas patronales de los pueblos de Ecuador las orquestas ponen la música. Aguilar y su Orquesta, los Papaya Dada o los descendientes del precursor de este movimiento, Don Medardo y sus Players, muestran la tropicalidad de un país que se empecina en creer que su música nacional es triste.
Ángel Medardo Luzuriaga, oriundo de Loja, lanzó al mundo su orquesta Don Medardo y sus Players en 1967. En 1964, en Colombia habían aparecido Los Hispanos, autores de un clásico como “Los cien años de Macondo”, inspirado en Cien años de soledad, de García Márquez; y en 1969, el año en el que el hombre llegó a la Luna, salieron a la luz Los Graduados con la voz de Gustavo Quintero, quienes popularizaron temas como Promesas de cumbiambera.
Medardo acumuló una producción de 105 discos donde están los hits de las fiestas locales como “Solo tú” o “Llorando se fue”. Su propuesta es aún una influencia para quienes se toman las fiestas patronales con cumbia, en las que algunos aportan con la fusión de funk, rock y hasta reguetón; y otros reproducen el sonido tropical con el que empezó esta fiesta chichera.
Desde hace 12 años Esteban Portugal se dedica a ser el productor y mentor de la banda Papaya Dada. Esta orquesta tiene al menos ocho intérpretes con un repertorio al que han denominado “chicha radioactiva”.
Portugal tiene formación de jazz. Estudió funk, rock y ritmos andinos en Estados Unidos. Nunca fue “chichero”, y aunque tiene actitud de rockero, como todos los que integran esta orquesta, cree que no hay “forma de expresión más genuina de la música ecuatoriana” que aquella a la que se denomina “cumbia andina” o “chicha”.
“La chicha es una actualización de la música ecuatoriana, pero desde clases sociales más bajas, menos urbanas; es la música del pueblo, no hay nada que reivindicar, usamos lo que ya existe en el sector popular”, dice Portugal.
Considera que Don Medardo es una influencia para su banda porque trasladó la música nacional a algo más tropical, la encaró desde la idea de la Big Band. “Nosotros aportamos nuestro punto de vista. Los géneros musicales ecuatorianos, como los tocaban los Miño Naranjo o los Benítez y Valencia están muertos, reviven tocados de una forma más tropical”.
El músico Álex Alvear piensa que la clave es “agarrar parte de la fórmula y darle una vuelta muy personal para sonar distinto dentro del género”.
Thiago Cevallos es parte de Aguilar y su Orquesta. Llegó a este grupo después de un reality televisivo, a pesar de que su línea había sido más próxima a las baladas.
Ahora piensa, por el recorrido que hace esta agrupación por las fiestas del país y algunas de migrantes en el exterior, que la música con mayor consumo es la tropical. “La cumbia andina ha sido un boom”, dijo.
Y mientras las orquestas mantienen como nicho las fiestas populares, y algunas de ellas diversifican sus repertorios, como Papaya Dada, los descendientes de Don Medardo y sus Players se dividieron en dos.
Mauricio Luzuriaga, el menor de los nietos de Don Medardo, integra una de las orquestas que heredaron el mismo nombre y recientemente relanzó el tema “Ladrón de amor”.
“Vamos por tres generaciones y siempre estamos lanzando temas bailables para el público que hemos cosechado”, contó el artista. (I)