Charly García, ese genio que siempre coquetea con el escándalo
Cuando Charly García pisó Guayaquil aquella tarde del martes 24 de noviembre, la expectativa tenía que ver con su entonces calmado comportamiento.
Charly había pasado 15 meses en rehabilitación entre clínicas y la finca en Luján de Palito Ortega, el cantante de la ‘vieja guardia’ y gobernador tucumano, quien durante esos días se convirtió en su amigo. Su anterior visita, en 2002, había quedado para el olvido. Un escuálido Charly estuvo preso porque la noche del 27 de diciembre rompió los equipos de sonido en el coliseo Rumiñahui quiteño.
No obstante, los ‘fans’ -que hace casi tres años fueron a recibirlo en el aeropuerto José Joaquín del Olmedo- se llevaron la grata imagen de un Charly distinto. Uno que durante su cautiverio obligado pudo asimilar mejor el hecho de que “mientras mira las nuevas olas, él es ya parte del mar”, tal como sugiere una de sus emblemáticas canciones de la era del grupo Serú Girán (nombre que tomó de los fonemas que él inventó para simular la letra de una canción: la homónima).
Y hace rato es parte del mar, porque detrás de él han surgido (o más bien catapultaron sus carreras) artistas como Fito Páez y Andrés Calamaro. Hace rato había visto ver romper guitarras y otros arrebatos, que luego él mismo protagonizó.
Pasó calmado -más bien parecía sedado- durante tres días en Guayaquil. Acudió a un partido amistoso de fútbol en la Academia Alfaro Moreno, jugó water polo en la piscina del hotel Hilton Colón, se presentó en el Alberto Spencer y remató en Diva Nicotina, ese bar del Cerro Santa Ana que acogió a poco más de 100 personas y a un Charly cachetón que tocaba ‘Canción para mi muerte’ en el piano.
Charly siempre es noticia. El 9 de junio pasado se desmayó en pleno concierto. Tocaba en Córdoba cuando se le bajó la presión y tuvo que pasar la noche en un instituto de cardiología. Desde agosto está inmerso en una gira que le sirve para promocionar su 60x60 (una colección de discos y DVDs).
Su personalidad bipolar se ha reflejado siempre con expresiones tan controversiales como “Si alguien es famoso es porque se esforzó más o porque estudió más. Y no debería ser un peso. El peso debería pagarlo el público...”, o “Soy un profesional del escándalo. Si tienen un trasfondo de peso, de ideología, los escándalos pueden ser muy buenos”.
Su historia empezó el 23 de octubre de 1951 en Buenos Aires, en el hogar de Carlos García y Carmen Moreno. Tomó forma cuatro años después. A esa edad Charly recibía clases de piano en el conservatorio Thibaud Piazzini y las terminó a los 12 años con un título de concertista clásico (interpretaba a Mozart, Chopin, Bach y otros).
A los ocho ya distinguía notas sin tener una referencia previa (lo que se conoce como oído absoluto), un don que posee uno entre diez mil personas, según dijo Nito Mestre, su socio en Sui Géneris, durante sus visitas a Guayaquil en octubre de 2008 y septiembre de 2010).
Y quizás aquel “regalo de Dios” justifique (en parte) la irascible personalidad de Charly, especialmente cuando ha roto equipos de sonido, tras detectar que estos no suenan como él quiere. Ese oído absoluto que posee le permite descubrir desafinamientos en los instrumentos, aunque estos parezcan estar bien.
Los expertos coinciden en que el problema de quienes tienen ese don es convivir con un carácter irritable. En el caso de Charly, ese temperamento ha sido forjado también por los posibles resentimientos de su infancia cuando sus padres se fueron a Europa y lo dejaron solo, más la época de dictaduras militares que vivió en la década del 70 y, claro, la ingesta de drogas y alcohol. El ‘bicolor’ (por el vitiligo que padece en su bigote) no estuvo de acuerdo siquiera con el servicio militar, e hizo todo lo posible para que lo expulsaran.
Durante esa época surgió ‘Canción para mi muerte’, su primer gran éxito con Sui Géneris, y de su carrera en general, una con la que se ha codeado con grandes como Bruce Springsteen, Sting, Peter Gabriel, Tracy Chapman y otros. Fue el 15 de octubre de 1988, en Buenos Aires, para el Amnesty International (un festival que clamó por los derechos humanos en 50 países).
El mensaje “The Boss is García” desató la polémica esa vez. Se refería al apodo de Springsteen, a quien Charly admiró en su disco ‘Born in the USA’, del que el argentino confesó fue su influencia para ‘Piano Bar’ (1984).
El Grammy que ganó en 2009 es un reconocimiento (quizás algo tardío) de su trayectoria en la que ha convertido en leyenda a Sui Géneris, Porsuigieco (que integraba María Rosa Yorio, la madre de “Migue” García, su único hijo), La Máquina de Hacer Pájaros y Serú Girán.
Aquí coqueteó con el rock folk, lo progresivo, jazz, blues y pop, pero al estilo García. Esa música es el reflejo de la influencia que The Beatles, The Who, The Rolling Stones y otros ejercieron sobre Charly y le permitieron formar To Walk Spanish, la banda colegial de Caballito (su barrio natal). Ahí tocaba ‘covers’ anglosajones y permitió la gestación de Sui Géneris con Nito Mestre y Carlos Piégari, los líderes de The Century Indignation.
Charly es de esos “ídolos” queridos que, pese a cualquier exabrupto, llena la mayoría de los recintos en que se presenta (aunque no sucedió en noviembre de 2009 cuando estuvo en el estadio Alberto Spencer guayaquileño) y vende millones de copias de sus 33 discos como solista (sin mencionar los de sus bandas).
Con Sui Géneris convocó a 30 mil personas en septiembre de 1975 para Adiós Sui Géneris; luego arrastró a otras 30 mil al estadio de Ferrocarril Oeste para su debut como solista, el 26 de diciembre de 1982. En 1991 volvió a llenar Ferro, tras su primera internación, de la que incluso se mofó llegando al escenario en una ambulancia.
Llamar “Cocacolombia” a Colombia, desnudarse en escenarios, saltar de un noveno piso hacia la piscina de un hotel (el Aconcagua de Mendoza en 2000), romper equipos de sonido son algunos de sus innumerables escándalos (o más bien “parte de la religión”) que han agigantado su figura (por encima de los 1,93 metros que mide). “Si publicaran más sobre los discos que saco en vez de los escándalos, sería millonario”, dijo una vez ese loco genial que ha enganchado a tantos aliados con el lema ‘Say no more’, creado por Charly, que ahora luce gordo. Con él nunca se sabe lo que puede pasar.