Alberto Plaza mostró su versión sinfónica
La oscuridad y el silencio se apoderaron del Teatro Sánchez Aguilar quince minutos antes de las siete de la noche. A esa hora, 24 músicos sinfónicos fueron acomodándose en sus puestos.
Sin mayor preámbulo los sonidos de los instrumentos cordófonos, de percusión y metálicos de viento retumbaron al norte, sur, este y oeste del teatro con una breve intro que contenía algunos éxitos de Alberto Plaza, mientras una pantalla gigante central proyectaba la imagen de una azul cascada que caía, más una lluvia estelar.
De inmediato la luz cenital cayó encima del cantautor chileno, quien soltó de su garganta los estribillos: “Déjame entrar en tus sueños/ prepara un lugar/ abre las puertas del alma/ me vengo a quedar/ y traigo el corazón desnudo...”, de la canción “Polvo de estrellas”.
Hasta el momento todo parecía tan solemne. De hecho, el público, que para la ocasión vestía semiinformal, permanecía sentado en las 950 butacas que tiene el teatro.
El mismo Plaza, quien lució saco, camisa y jeans oscuros, rompió el hielo tras cantar “Febrero 14” y “Sentencia” desde un banquito, con su guitarra de palo que yacía apoyada sobre sus muslos.
“¿Saben? Yo creo mucho en los milagros. ¿Ustedes creen en ellos? Hagamos esto. Cierren sus ojos y piensen en un milagro que todavía no se les haya cumplido. ¿Ya lo tienen en su mente? Manténganlo ahí porque esta canción tiene que ver con lo que les estoy diciendo”, interactuaba el cantautor nacido hace 50 años en Santiago, quien tras ese mensaje cantó “Milagro de abril”.
Y es que con los 25 años que precisamente celebra a través de la gira que lo trajo de regreso a Guayaquil, Plaza sabe cómo manejar un show, con sobriedad, sin movimientos exagerados.
Tras un cuarto de siglo su voz aún es impecable, con buen manejo de falsetes, en momentos adecuados, que más bien transmitía su “feeling” al público que poco a poco iba adentrándose en lo que Plaza quería.
Y eso se percibió cuando entonó “a capella” el coro: “Yo te seguiré/ donde vayas tú/ y me quedaré/ a tu lado...”, de la icónica “Yo te seguiré”, que para esta ocasión necesitó de un cajón peruano y una intro de piano, más guitarra y bajo, sugiriendo una mezcla entre el funk y lo flamenco.
“Esta historia la conté hace algunos años cuando recién empezaba mi carrera. Me había encontrado con una amiga que estaba embarazada en una situación difícil, pero aún así decidió alumbrar a su hijo. Me conmovió mucho su historia y de ahí surgió ‘Amiga del dolor’”, relató Plaza.
Y claro, “Amiga del dolor” tuvo su secuela. Si en su letra dice: “se llamará José Miguel porque es el nombre del que amaba...”, su secuela cuenta que el niño nació y se llama Miguel. “Esta canción es como una especie de continuación de ‘Amiga del dolor’. Supongan que es ‘Madagascar’ que ya va por la tercera parte”, decía Plaza como presentación de “Ahora es Miguel”, mientras seis luces robóticas se estrellaban contra su rostro en el que la amplitud de su frente evidencia el inicio de una calvicie que amenaza con no detenerse.
Tomó por enésima vez su guitarra acústica, pero esta vez para ensayar un popurrí con las canciones que considera que están “en el baúl de los recuerdos, pero que no pierden vigencia”. Y como había usado varias veces su guitarra, se desafinó. No estaba en sus planes afinarla frente al público. Tenía problemas con la sexta cuerda, pero igual le “ponía buena cara” y bromeaba con la gente.
Ya afinada la sexta cuerda continuó con el resto de versos de “La quiero así”, “Se nos pasa la vida” - las más coreadas-, y “Blanco y negro”.
Plaza se dio tiempo para confesar como musicalmente se nutrió del folclor de su país e incluso relató que una de sus canciones andinas nació en una visita a Ecuador. “Viajaba desde Loja hacia Vilcabamba. Ahí quedé maravillado por el paisaje, los colores y texturas de sus valles”, recordaba el cantautor, quien interpretó “Dime si te hago falta” con la compañía de tres músicos folclóricos que tocaban instrumentos de viento.
“Aventurera”, “Bandido”, “Ahora” y “Nadie” le dieron el característico corte romántico al recital. Y “Nadie” fue la nueva de su repertorio.
Con “Remedio pa’ corazón”, que compuso en 2007 con José Luis Arroyave y en Ecuador fue adaptada para promocionar la Copa América 2007 en Venezuela, amagó irse. Volvió para cantar “De tu ausencia”, la que trajo su música al país hace más de dos décadas. Solo quedaba “Que cante la vida”, que a las ocho y media de la noche distaba mucho de la solemnidad con la que empezó su recital, frente a un público que lo ovacionaba de pie. A esa hora, decenas de personas ingresaban al teatro para la segunda función de Plaza, pero eso es otra historia.