Alberto II y Charlene Wittstock se vuelven a dar el "sí" en su boda religiosa
Mónaco.-
Los príncipes Alberto II y Charlene de Mónaco que se unieron en matrimonio civil el pasado viernes, se volvieron a dar el sí ayer en una ceremonia religiosa celebrada en el patio de honor del Palacio del Principado.
Esta segunda boda estuvo oficiada por el arzobispo de Mónaco, Bernard Barsi, que invitó a los esposos a cogerse de la mano y a intercambiar de nuevo su consentimiento.
Tras la ceremonia, la pareja recorrió las calles de Mónaco, no en carroza sino en un coche híbrido (que combina motor eléctrico y de combustión) -un Lexus LS 600h Landaulet descapotable- que el Principado señala como testimonio del interés de Alberto y Charlene por la defensa del medio ambiente.
Siguiendo la tradición, la novia depositó su ramo en la pequeña iglesia de Santa Devota, patrona del Principado, ante quien la princesa Grace también depositó el suyo tras su boda con Rainiero. Una madre y su hija entonaron cantos a la Virgen María en la pequeña iglesia, y la princesa Charlene, visiblemente conmovida, se soltó en esos momentos a llorar.
No hubo imprevistos en la agenda programada, que se cumplió prácticamente al minuto, y que continuó en la noche con una cena oficial preparada por el célebre chef francés Alain Ducasse, con un espectáculo de fuegos artificiales y con un baile.
Alberto II afirmó ayer, en un discurso ante sus súbditos, que con este matrimonio "se abre una nueva página en la historia del Principado", que espera que se mantenga fiel "a sus particularidades y a sus valores", pero que se enriquezca con "la apertura y la atención encarnadas por la princesa".
Reflejo de esa unión de culturas fueron las banderas monegascas y sudafricanas que desde hace días ondean por esta ciudad-Estado, o la actuación de la soprano sudafricana Pumeza Matshikiza justo después del intercambio de alianzas.