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El Telégrafo
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A Joaquín Sabina le importa "un carajo" su trascendencia

A Joaquín Sabina le importa "un carajo" su trascendencia
27 de mayo de 2015 - 14:02

Al cantautor y poeta español Joaquín Sabina le importa "un carajo" su trascendencia y lo único que le gustaría es haber dejado tras su muerte unas 16 canciones de las que no se avergüence y que hayan cruzado el mar, aseguró hoy en una entrevista con Efe en Panamá.

"Me importa un carajo mi trascendencia", asegura el artista, "lo único que me importa es que cuando me muera deje al menos 16 canciones que no me den vergüenza y hayan cruzado el mar, pero lo que pase después de mis cenizas te aseguro que no me importa lo más mínimo".

Ajeno al boato y la parafernalia que acompaña a las estrellas de la música popular, Sabina recibió a Efe en la habitación de su hotel como quien se encuentra en el salón de su casa, dos días antes de actuar en la capital de Panamá, único país latinoamericano en el que no había actuado hasta ahora, además de Bolivia y Nicaragua.

Empeñado en definirse como "un cateto de Ubeda -pueblo del sur de España", a sus 66 años, tras publicar una veintena de grabaciones de estudio, de las que ha vendido más de diez millones, y escribir nueve libros, cree "un milagro haber cruzado el Atlántico y cantar más veces en México y Buenos Aires que en España".

Amante correspondido de Latinoamérica, considera que el expresidente de Uruguay (2010-2015) José Mújica es el político y líder social más importante que hasta ahora ha dado el siglo XXI.

"Hace un mes estuve unas horas con el Pepe del Uruguay, Pepe Mújica, y me fascinó como fascina a todo el mundo, porque hace falta mucha gente como él que crea en lo que dice y viva como dice", explica.

Al contrario, manifiesta sus reservas hacia la figura del expresidente venezolano Hugo Chávez, "a pesar de lo bueno que haya podido hacer". "Y si no me gustaba Chávez", agrega-, "ni te cuento lo que opino de Nicolás Maduro", su sucesor.

Hijo de la llamada canción protesta durante la transición a la Democracia en España y del posterior movimiento pop conocido como la "Movida Madrileña", Sabina considera, sin embargo, que su exilio en Londres durante los años 70 ha sido lo que hasta ahora más ha marcado su trayectoria artística.

"Nunca había salido de España -recuerda-, ni me había subido a un avión, y para mi Londres era el planeta Marte, donde me vi cantando en restaurantes y donde vi a Bob Dylan en el Albert Hall y asistí al (mítico) concierto de los Rolling Stones después de la muerte de su guitarrista Brian Jones".

"Cuando volví a España -continúa-, muerto el general Franco, que tardó demasiado en morirse, yo ya me daba cuenta de que esos cantautores de barba nazarena que convertían la canción en una especie de sermón no iban a marcar mi camino; así que tuve la suerte de huir del panfleto que hubiera hecho si me hubiera quedado en España".

"Y como venía con Dylan y los Rolling en la cabeza, que me la habían vuelto al revés, me dediqué a uno de los trabajos que más seriamente me he planteado en mi vida: hacer eso que yo amaba en un español que no fuera un argot de chicle de mascar y tirar sino que tuviera una cierta calidad poética sin olvidar el lenguaje de la calle", explica Sabina.

Devoto de Bob Dylan, el cantautor español opina que a ese artista estadounidense "hace años ya le debían haber otorgado el premio Nobel de Literatura". "Y a Leonard Cohen también", agrega.

Para explicar su gustos e influencias, Sabina se declara "más inclinado a Lou Redd que a Bruce Springsteen".

"Springsteen, que representa la clase obrera americana y al sueño americano, es un cantante espléndido, buenísimo, y un tipo de una gran decencia, pero es demasiado limpio, demasiado pulcro, como si no tuviera pecados, como si no hubiera alguna noche oscura en él", opina.

"Sin embargo, a Lou Reed no le faltaron noches oscuras", señala y reflexiona; "A mí me han gustado siempre los cantantes más oscuros".

Los "héroes de la canción" de Sabina, que actualmente se siente "bastante desconectado", "siguen siendo los mismos". El cantautor se lamenta de que "antes estaba mucho en la calle, en los chiringuitos donde se cantaba, pero ahora no".

"Yo sigo buscando el Bob Dylan español, el Leonard Cohen español, el Goerges Brassens español, el Ruben Blades español..", confiesa el autor de canciones como Calle melancolía, Pongamos que hablo de Madrid y Peces de ciudad, está última su favorita junto a Y sin embargo.

En el terreno de la literatura, asegura: "Sí he leído últimamente buenos poetas de 30 años, aunque olvido los nombres; será porque me interesan más lo que dicen que cómo se llaman", explica y se declara más lector de poesía e historia que de novela.

Sabina reivindica su austeridad, en lo que la fama a hecho de su vida y sus costumbres, y asegura que su único patrimonio es "una espléndida biblioteca".

"Mi sueño erótico es ser invisible, porque a mí me gusta mirar y no que me miren", concluye. (I)

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