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Ecuador, 22 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Rusia bota la primera central nuclear flotante

EE.UU. botó en 1968 la primera central flotante (Surgis) de la historia en el Canal de Panamá, pero la desguazó en 1976 por el alto coste de mantenimiento.
EE.UU. botó en 1968 la primera central flotante (Surgis) de la historia en el Canal de Panamá, pero la desguazó en 1976 por el alto coste de mantenimiento.
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La primera central nuclear flotante del mundo, la rusa “Akadémik Lomonósov”, construida a prueba de tsunamis e impacto de icebergs, zarpó ayer con rumbo al océano Glacial Ártico entre las críticas de los ecologistas que la consideran una bomba de relojería comparable a la planta de Chernóbil.

“Akadémik Lomonósov” partió del puerto septentrional de Múrmansk (mar Blanco) con destino al de Pevek, que se encuentra en la región de Chukotka a 4.700 kilómetros de distancia, tras una ceremonia oficial en la que se izó la bandera de Rusia

La planta flotante, de 144 metros de eslora y 30 de manga, es remolcada por dos rompehielos; llegará a su puerto de destino dentro de tres semanas y comenzará a generar electricidad en diciembre, informó la corporación Rosenergoatom.

El proyecto, iniciado en 2006 y que se vio lastrado durante años por la crisis económica, utiliza la misma tecnología que los rompehielos atómicos soviéticos, aunque este caso cuenta con dos reactores (KLT-40S) de pequeño tamaño. 

Con una potencia conjunta de 70 megavatios y 50 gigacalorías, la planta tiene capacidad para suministrar electricidad y energía calorífica a una ciudad de casi 100.000 habitantes.

Una vez que atraque en Pevek, no lejos del estrecho de Bering, será la central nuclear más septentrional del planeta, lo que ha disparado la alarma de Greenpeace y otras organizaciones, como la noruega Bellona, que la consideran un peligro para el frágil Ártico.

“Una planta flotante siempre es más peligrosa que una terrestre. Además, la tecnología no es nueva, es soviética, con algunas modificaciones”, comentó Alexandr Nikitin, excoronel de la Marina rusa, quien fue procesado por la difusión de secretos oficiales tras denunciar los vertidos radiactivos de la Flota del norte en el Ártico.

La catástrofe de Fukushima (2011) hizo que muchos ecologistas pidieran el carpetazo del proyecto, que se ha visto también salpicado por la reciente fuga radiactiva tras una explosión en un polígono militar no lejos de Múrmansk.

“El Titanic sobre el hielo”
Greenpeace, que no ha dudado en calificar la planta de “Chernóbil flotante”, y otros ecologistas, que la han llamado “El Titanic sobre el hielo”, ya han propuesto alternativas, como las energías hidroeléctrica, solar y eólica, a un proyecto que consideran demasiado costoso.

“Greenpeace siempre se ha opuesto al proyecto. No nos convencen las garantías de seguridad. Aunque tenga menos potencia que una terrestre, puede haber contaminación radiactiva”, comentó Alisher Alímov, experto nuclear de la organización.

Mientras que, los diseñadores de la “Akadémik Lomonósov” arguyen que su casco tiene el doble de grosor que los rompehielos tradicionales, cuenta con un compartimento hermético para almacenar el uranio poco enriquecido ya utilizado y puede soportar el embate de un tsunami provocado por un terremoto de 9 puntos en la escala abierta de Richter.

Una vez que comience a operar, la planta, que estará anclada, pero fijada a la tierra por la infraestructura portuaria, tendrá un plazo de explotación de 40 años.

De hecho, la corporación atómica rusa, Rosatom, ya ha firmado un memorándum al respecto con Sudán, mientras países como Indonesia ya han mostrado interés en el proyecto, cuya misión es suministrar electricidad a lugares remotos y desconectados de la red general, incluidas fábricas y plataformas petroleras.

En los próximos 10 años  Rosatom espera vender las plantas flotantes a países con salida al mar y Estados insulares en ambos hemisferios, según Alexéi Lichachov, director del consorcio.

Nikitin considera que el lanzamiento del “Akadémik Lomonósov” es un nuevo paso en la carrera por la explotación del Ártico. (I)

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