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También se trabaja en implantes para segmentos de la cara

La impresión en 3D salva vidas y reconstruye partes del cuerpo

Maxence, de 6 años, recibió esta semana su prótesis que tiene apariencia similar a la de Iron Man. Foto: AFP
Maxence, de 6 años, recibió esta semana su prótesis que tiene apariencia similar a la de Iron Man. Foto: AFP
20 de agosto de 2015 - 00:00 - Agencia AFP

La impresión en 3 dimensiones (3D) se está desarrollando aceleradamente en la cirugía y permite ya reconstruir una tráquea o partes del cráneo, aunque la creación de un órgano vivo entero, como el corazón, sigue siendo un desafío lejano.

Un niño francés de 6 años, Maxence, recibió el lunes pasado una mano que fue posible gracias a la tecnología tridimensional, y sin intervención quirúrgica, ya que se trata de un modelo básico que se fija con una cinta velcro y se usa como un guante.

Esa mano le permite atrapar una pelota, pero no atarse los cordones de los zapatos, explicó Thierry Oquidam, el ingeniero informático que imprimió la mano mediante la red de la fundación filantrópica estadounidense e-Nable.

En 2014, un francés había fabricado una mano tridimensional sencilla para su padre, que se había quedado manco a la altura de la muñeca. “Eso le cambió la vida”, dijo Claude Soria, del estudio FabLab Artilect de Toulouse (sur).

No obstante, estas manos están lejos de las sofisticadas prótesis de brazos biónicos, que incluyen la tecnología 3D y tienen una capacidad motriz y un uso sensorial.

Estados Unidos invirtió unos 150 millones de dólares para implantar prótesis a todos los soldados mutilados en Afganistán e Irak.

Pero esas prótesis siguen aún en la etapa de experimentación e investigación, señala Charles Msika, de la Sociedad Francesa de Cirugía Ortopédica y Traumatológica (Sofcot).

Los cirujanos ya han implantado dispositivos stents fabricados mediante impresión en 3D para mantener una arteria abierta, así como partes del cráneo en titanio, un material biocompatible.

Sin embargo, puntualiza el profesor Msika, todavía no es posible implantar de manera corriente articulaciones completas impresas en 3D.

Previamente habría que comparar la calidad y solidez de las prótesis tridimensionales con las prótesis ya existentes, y esterilizarlas. Eso podría disminuir la ventaja del menor coste de producción de que presume la tecnología 3D, agregó Msika.

No obstante, hay elementos de la prótesis de cadera que provienen de esta nueva industria.             

Orejas artificiales               

La reconstrucción facial puede también recurrir a la impresión tridimensional, para segmentos de la cara cuyos huesos fueron fracturados.

Se puede utilizar para fabricar a medida una mandíbula artificial de titanio, como la que se implantó hace cuatro años en una paciente holandesa.

O incluso orejas artificiales, como lo logró un equipo de médicos y bioingenieros de la Universidad Cornell de Nueva York, que trabajó con un gel muy denso y células vivas para generar cartílago.

La impresión en 3D permitió salvar a tres bebés que sufrían de las vías respiratorias, con un riesgo permanente de morir asfixiados, una primicia explicada detalladamente en el número de abril pasado de la revista Science Transnational Medicine.

El artículo destaca, a partir de ese caso, el potencial médico de la impresión tridimensional combinada a las biotecnologías.

Los 3 bebés sufrían de una traqueomalacia severa, que corresponde a una debilidad y flacidez del cartílago de la pared de la tráquea.

“Este caso representa un avance, pues por primera vez pudimos utilizar la impresión 3D para concebir y fabricar a medida una férula que fue cosida alrededor de la tráquea defectuosa y permitió restaurar la respiración normal de los pacientes”, explicó el doctor Glenn Green, profesor de pediatría en el reconocido hospital infantil de la Universidad de Michigan.

Pero para los investigadores, la impresión en 3D de órganos complejos, como el corazón, sigue siendo un sueño muy alejado de la realidad.

En cambio, la bioimpresión de tejidos o partes de tejidos celulares (piel, córnea...), en los que está especializado el laboratorio de Burdeos, sudoeste de Francia, es algo mucho más realista. (I)

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