El SeaOrbiter busca un futuro sostenible
El SeaOrbiter es una gigantesca embarcación de 58 metros de altura -30 de ellos bajo el agua- y de estética futurista que permitirá, por primera vez, que grupos de científicos observen el fondo de los océanos 24 horas al día, durante largas temporadas.
El proyecto del SeaOrbiter, encabezado por el arquitecto francés Jacques Rougerie, servirá para profundizar en el conocimiento del mundo submarino ya que hasta ahora solo se podía observar el fondo del mar de manera discontinua.
Las expediciones de esta futurista embarcación intentarán, entre otros objetivos, encontrar nuevas moléculas que puedan ser útiles en farmacia y experimentar métodos más sostenibles para criar peces.
La nave se empezará a construir en unos astilleros cercanos a Nantes (Francia) en 2014, cuando se reúna todo el dinero presupuestado, porque todavía falta recaudar una cuarta parte de los 47,8 millones de dólares necesarios.
A principios de 2016, el barco de aluminio aleado zarpará hacia el puerto de Mónaco, desde donde iniciará el primer viaje por las aguas del mar Mediterráneo.
En esta aventura, los científicos de la tripulación buscarán nuevas especies, especialmente en zonas poco exploradas, como las fallas y fosas.
También habrá un equipo de submarinistas que se sumergirá en áreas poco profundas para intentar encontrar vestigios de antiguas civilizaciones, en un proyecto que cuenta con la colaboración de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
LUGAR DE ENTRENAMIENTO DE LOS ASTRONAUTAS
Al año siguiente, el centinela del mar continuará su ruta por el océano Atlántico con el objetivo de descubrir las 10.000 montañas submarinas que, se estima, hay pero que todavía no se conocen.
Además de permitir observaciones desde el interior de la nave futurista, el SeaOrbiter contará con diversos aparatos de exploración equipados con cámaras de alta calidad y tecnología y con un submarino no tripulado que puede descender hasta 6.000 metros de profundidad.
Esta tecnología de punta estará al servicio de una tripulación de entre 18 y 22 personas, entre las que habrá 4 investigadores que trabajarán en diferentes proyectos a bordo de la nave y dos científicos que vivirán todo el tiempo en una zona con la misma presión atmosférica que el fondo del mar, lo que permitirá reducir el tiempo de preparación de las inmersiones.
Esta cámara hiperbárica ha despertado también el interés de la NASA y de la Agencia Espacial Europea, ya que puede ser un escenario perfecto para simular las extremas condiciones de vida que hay en el espacio y servir como entrenamiento de los astronautas.
Además, se empleará esta experiencia para investigar sobre la fisiología y la psicología del ser humano cuando se encuentra encerrado en un espacio limitado durante un largo período.
ESTUDIAN LA CONTAMINACIÓN DE LOS OCÉANOS
El SeaOrbiter se ha diseñado con una estructura vertical que, combinada con un disco horizontal submarino, permite conseguir una mejor estabilidad de manera que la embarcación podrá navegar a la deriva, explicó Rougerie.
Así, sin los ruidos del motor, los científicos observarán más fácilmente las diversas clases de cetáceos y aves marinas para conocer mejor sus movimientos migratorios.
También los organismos más pequeños, como el plancton, estarán en el punto de mira del SeaOrbiter, que contará con laboratorios para analizar las muestras de agua y buscar nuevas moléculas que después se podrán aplicar en farmacia.
Otro de los campos de estudio será la contaminación en los océanos, que representan el 71% de la superficie terrestre y absorben al menos una cuarta parte de todas las emisiones de dióxido de carbono.
Los gases invernadero provocan una acidificación del agua y esta modificación de la composición química del mar perjudica especialmente a las especies con un esqueleto calcáreo, como los moluscos y el coral, aunque todavía falta estudiar mejor sus consecuencias.
Los estudios realizados hasta ahora se han basado en muestras de datos limitadas, por lo que el SeaOrbiter ampliará la información disponible para precisar los modelos que describen el ciclo del carbono.
Igualmente, la nave explorará nuevos métodos para conseguir alimentos marinos ya que actualmente se consumen 10 especies de pescado, aunque hay unos 50 tipos disponibles, y se calcula que cerca del 70% de los animales de gran tamaño ya ha sido capturado.
Ante este panorama, la estrategia del SeaOrbiter es clara: bombeará nutrientes para impulsar el desarrollo de fitoplancton a su alrededor y crear así, con la mínima intervención humana, hábitats favorables a la vida marina.
CONECTADA A TIEMPO REAL
Los avances del SeaOrbiter serán vistos en su página web, que mostrará el recorrido de la nave en tiempo real y permitirá ver imágenes y videos grabados desde la embarcación, leer el diario que escribirá la tripulación e incluso mantener videoconferencias con los miembros de la expedición.
“Queremos que la gente haga suyo este proyecto, queremos que todos estén identificados con este gran avance de la ciencia y la tecnología”, aseguró Rougerie.
El proyecto quiere convertir a Francia en un país líder en las investigaciones oceanográficas, aunque los grupos de científicos que utilizarán la embarcación -por períodos de 3 ó 6 meses, ampliables hasta el año en función del proyecto- serán internacionales.
“El SeaOrbiter será un símbolo del siglo XXI”, aseguró Rougerie, ya que está convencido que conservar y conocer mejor los océanos es una de las claves para un futuro sostenible. El arquitecto francés, creador de una embarcación digna de las novelas de Julio Verne, confesó que ha adoptado como lema vital una máxima de este escritor: “todo lo que un hombre puede imaginar, otros son capaces de realizarlo”.