Hasta hace un mes Wuhan era un paraje desconocido para los ecuatorianos. No fue hasta que se desató la epidemia de coronavirus que saltó a la palestra a este lado del hemisferio y ya nadie la podrá olvidar de ahora en adelante.

Al menos los ocho estudiantes ecuatorianos que están radicados en esa urbe, capital de la provincia de Hubei, donde se produjo el reporte de esta nueva cepa que ya cobra la vida de más de un centenar de personas.

Wuhan tiene 3.500 años; en 1927 fue capital de China y se ha convertido en un centro económico, político y comercial para la zona central de esa nación asiática.

La ciudad vive las cuatro estaciones el año y justamente ahora atraviesan el invierno. Es así que para el festejo por el nuevo año chino, muchos salieron de allí y quizás ello propagó la epidemia.

El ecuatoriano Marcelo Toalombo cuenta que la ciudad es muy grande y en un inicio la noticia del brote fue desestimada en su magnitud. “Como buenos ecuatorianos que somos, a veces no nos percatamos de lo que está sucediendo a nuestro alrededor. Esta ciudad es muy gigantesca y cuando me enteré del virus no le tomé mayor importancia porque el reporte fue a unos 20 km”.

Lo que pasó después es conocido por todos. Corrió la alarma sobre todo cuando se dijo que se habían infectado más personas. “Después ya cerraron toda la ciudad, eso fue lo más impactante que nos suscitó a todos, porque fue de la noche a la mañana”, relató a este diario vía WhatsApp, sin importarle que era su horario de sueño.

Cercano a él viven unos chinos con quienes no puede comunicarse por el idioma. “Ellos también son muy reservados y se están protegiendo”.

Él está solo en su habitación, pero se comunica con sus colegas ecuatorianos. Ha recibido las indicaciones del caso, que sigue al pie de la letra.

Agradece la atención de la Embajada y su titular y la preocupación por todos ellos. Mientras tanto, se concentra en estudiar para alcanzar en dos años su anhelado PhD en Tecnología de la Información y la Comunicación. (I)