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El Telégrafo
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Voluntarios aprenden quichua para enseñar en comunidades

Antes de predicar, los voluntarios reciben un curso por el lapso de dos meses, en los cuales, capacitadores con experiencia en la materia, les enseñan lo básico del quichua, para que lleven sus mensajes.
Antes de predicar, los voluntarios reciben un curso por el lapso de dos meses, en los cuales, capacitadores con experiencia en la materia, les enseñan lo básico del quichua, para que lleven sus mensajes.
Foto: Elizabeth Maggi / EL TELÉGRAFO
16 de julio de 2018 - 00:00 - Elizabeth Maggi

De casa en casa y en exhibidores que contienen publicaciones en idioma quichua, más de 300 voluntarios de la religión Testigos de Jehová se han comprometido en enseñar a las personas sobre Dios en su idioma materno.

Los voluntarios, que no solo llegan desde distintas partes del país sino también de Japón, EE.UU., Alemania y Corea, entre otros países, recorren el territorio chimboracense, con mayor énfasis en las zonas rurales.

En muchas ocasiones deben caminar por horas para llegar hasta una sola vivienda, pero dicen hacerlo motivados por el amor al prójimo y para cumplir con la comisión de llegar a todas las personas, sin importar la distancia ni la lengua.

“Deseamos que sepan los maravillosos consejos que nos da Dios, que le puedan servir y sean más felices; por ello nos capacitamos y que la gente reciba el mensaje en el idioma que maneja”, indicó Daniel Siza, representante del credo nacido en EE.UU.

Previo a salir a predicar (acción que realizan para llegar a las personas), los involucrados reciben un curso por el lapso de 2 meses, en los cuales, capacitadores con experiencia en la materia, les enseñan lo básico del quichua, para posteriormente practicarlo en el territorio.

Suelen salir en parejas; pueden ser 2 hombres, 2 mujeres o matrimonios. Esto,  con el objetivo de ayudarse mutuamente durante sus presentaciones, en especial en comunidades en las cuales sus pobladores hablan netamente quichua.

Entre los temas que abarcan en sus salidas al campo está lo relacionado a mejorar su vida en familia, a ser mejores padres, hijos, vecinos y ciudadanos en general.

Para ello se han distribuido en 10 congregaciones en toda la provincia.

Tras sus recorridos se reúnen e intercambian lo aprendido y comparten entre ellos las experiencias obtenidas.

Debido a que la obra que realizan es gratuita, este grupo de personas que no tiene límite de edad (pueden ser niños, adultos y mayores), suele sustentar su estadía con trabajos ocasionales,  y a su vez distribuyen su tiempo para la enseñanza.

Tal es el caso de Mónica Cevallos, quien decidió que sus fuerzas y juventud pueden ser invertidas en mejorar la vida de otras personas mediante lo que ella considera “su mejor elección”.

Mónica suele separar 3 días a la semana para acompañar al grupo hasta las comunidades de los cantones Guamote, Colta y Riobamba; en los dos primeros, según el censo de 2010, su población es 96% indígena.

Mientras que en Riobamba, el 17% de la población del cantón se asienta en la zonas rurales y, con mayor incidencia, habla quichua en la parroquia Punín y San Juan (98% indígenas).

Además, en algunas ocasiones han tenido que enseñar a los comuneros a leer y escribir. Según el censo de 2010, en las zonas rurales de Riobamba existe el 4,11% de analfabetismo en mujeres y el 2,92% en hombres, por lo que los voluntarios también han realizado una etapa de alfabetización.

“Los otros días de la semana me dedico al cuidado de adultos mayores; de esa manera me sustento y puedo ayudar a otras personas a aprender de Dios y a mejorar su vida, a través de la biblia” acotó Cevallos.

La joven de piel clara y ojos color miel señaló que durante su voluntariado, desde el 2010, ha adquirido grandes experiencias y amistades que comparten su deseo de servir más a Dios, sin privarse de otras actividades.

Al igual que Patricia Salazar, quien llegó desde Guayaquil hace un mes para poder servir de voluntaria, ahorró  por varios años. Al llegar a Riobamba alquiló un cuarto y para poder seguir con su obra vendía pasteles a las afueras de la Escuela Superior Politécnica de Chimborazo (Espoch).

“Ahora estoy trabajando 2 días a la semana; limpio una mueblería y por la tarde y noche conseguí un trabajo en una pizzería. Así puedo ir a predicar los otros días”, señaló Salazar.

Asamblea en quichua
Del 27 al 29 de julio, cientos de personas de las provincias de Chimborazo, Tungurahua, Bolívar, Cotopaxi, Pichincha, Santo Domingo de los Tsáchilas, Guayas, Azuay, Cañar y El Oro se reunirán en Riobamba, en una asamblea denominada “Ama Manchaichu”, que significa “Sea Valiente”. En ese lugar, cuyo ingreso es gratuito, se impartirá información en quichua basada en la biblia, y se abordarán temas relacionados con mejorar la vida familiar y encontrar lo que ellos llaman, “la verdadera felicidad”.  (I)  

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