Los tsáchilas curan males con los sonidos de la naturaleza
Pertenece a una familia de chamanes. Sus abuelos materno y paterno eran curanderos al igual que su padre. Desde que estaba en el vientre, su madre cuenta que tenía energía para la sanación y mientras fue creciendo aprendió acerca de las plantas y sus bondades, también aprendió a sentir el llamado de la naturaleza, cascadas, lagunas y su energía.
En la comunidad y dentro de la nacionalidad, los chamanes también son los dirigentes de sus comunidades. “Quiero ahora recordar que entre los indios, con la profesión de médico, va también la carrera de político para dirigir de modo apropiado los destinos de su pueblo”, explica.
En la investigación hecha por Montserrat Ventura, titulada “Redes chamánicas tsáchilas” se explica que son muy pocos los que en la selva ven coronados sus esfuerzos en la ardua carrera que sobre el particular emprenden.
“Algunos fracasan por no poder sobreponerse a las duras pruebas a las que sus maestros los someten; muy contados son los que han cursado todos los estudios en diferentes centros de investigación de las comunas.
Esto significa que ser curandero va mucho más allá de la simple charlatanería o de un modo rápido de conseguir prestigio y nivel económico.
Son muy importantes el aprendizaje en el mundo exterior y las redes de intercambio entre el chamán y la naturaleza.
Los instrumentos musicales son el guasá, la marimba, los silbatos. Con la unión de todos estos sonidos que evocan a la naturaleza comienzan los rituales de sanación en los que también se hace imposición de manos a los pacientes.
Calazacón se encarga de la salud de los miembros de su comunidad, pero también atiende a quienes llegan para hacerse una terapia o a los turistas.
Los chamanes tsáchilas ingieren nepi o ayahuasca antes de empezar los rituales de sanación, igual que lo hacen los miembros del pueblo Shuar. Foto: cortesía diario El Tiempo
Las mujeres
El chamanismo está reservado para los hombres dentro de esta nacionalidad, pero las mujeres también estudian las propiedades de las plantas y son expertas haciendo limpias energéticas y atendiendo partos.
Ventura asegura, luego de hacer sus investigaciones, que entre los tsáchilas, se encuentran afecciones como el susto o el espanto (wepana kika), el mal aire (seiton wuu kika) o el mal de ojo (kaka kika). “Son consideradas enfermedades folk de origen hispánico, cuyos remedios combinan igualmente técnicas populares como el uso de una cinta roja y andinas probablemente aprendidas en la Sierra, juntamente con enfermedades comunes también en zonas selváticas, como el mal del arco iris (suyu kiyan)”.
Los chamanes tsáchilas ingieren nepi o ayahuasca antes de empezar los rituales de sanación, como lo hacen los miembros del pueblo Shuar. Según sus creencias, el hecho de que tengan visiones se lo atribuyen al poder de algunos espíritus.
Desde pequeños se preparan para ser chamanes, pero en el proceso de iniciación les dan a probar el nepi que al principio puede causar vómitos; pero, a medida que pasa el tiempo, se acostumbran. En la antigüedad se creía que los que se preparaban para ser chamanes no podían tener relaciones sexuales y debían cumplir con una dieta estricta.
Ahora ha cambiado esta creencia, pero aseguran que todavía conservan la tradición de comer cierta dieta para que el nepi les caiga bien.
En lo que concierne a las ceremonias de curación, el chamán antiguo escogía lugares de naturaleza muy bella para llevar a sus pacientes y poder conectar con la tierra y los espíritus, a fin de poder hacer el trabajo.
Los ancestros están durante la ceremonia: “el paciente tomaba el nepi juntamente con el shamán, este empezaba a bailar alrededor de la piedras pronunciando palabras propias de la curación, también realizaban masajes al paciente con el fin de expulsar los malos espíritus y malas energías de su cuerpo”, explica un texto de los “Tsáchilas los hombres verdaderos”.
También detalla que las ceremonias se hacían a medianoche porque “los astros y los espíritus” que poseen accionan mejor. (I)
En las ceremonias de curación, el chamán escoge lugares muy bellos de la naturaleza para llevar a sus pacientes. Foto: cortesía diario El Tiempo