Falleció en Guayaquil Sor Elena, reconocida animalista llamada "La dama de las palomas"
Cada tarde, Sor Elena llegaba hasta los semáforos frente al centro comercial Policentro. Su figura encorvada, envuelta en un traje azul, era ya una tradición para los guayaquileños que transitaban por el lugar y la veían dándole de comer a las aves que llegaban volando y la rodeaban formando un mar de plumas.
“La dama de las palomas”. Así era conocida la quiteña Bertha Sánchez Morales, nacida el 19 de septiembre de 1926. Pero le gustaba que la llamaran por su nombre de religiosa, Sor Elena (perteneció a la orden de las Hermanas de la Caridad). Esta mujer, que tuvo una vida dedicada al servicio, se convirtió en un símbolo de los animalistas con su entrega y dedicación a la fauna urbana.
Pese a su edad alimentaba las palomas y hacía un recorrido por diferentes colonias de gatos en toda la ciudad, para llevarles comida a los felinos. Por eso era común verla con las fundas de comida, actividad que últimamente poco desarrollaba debido a sus quebrantos de salud.
Pese a su avanzada edad, Sor Elena efectuaba un recorrido para alimentar las palomas y colonias de gatos. Foto Miguel Castro / ET
Pero hoy Sor Elena ya no está. A sus casi 94 años de edad falleció y deja un legado de amor por los animales, que inspira a muchos activistas que luchan por los derechos de estos seres tan maltratados en la sociedad actual.
Sus restos mortales fueron sepultados en el cementerio Jardines de la Esperanza, sector 14 tumba 375-005. Hasta la mañana de hoy, jueves 23 de julio, todavía no estaba puesta la lápida. Cuatro ramos de flores blancas permanecían en el punto, como mudo homenaje de quienes quisieron a Sor Elena y hoy recuerdan su testimonio de vida.
Recuerdos
Mucha gente vio a Sor Elena alimentando los animalitos en la vía pública. De esta forma su figura se hizo famosa en la ciudad. La sicóloga venezolana Adriana Brandt también la vio alguna vez y le llamó mucho la atención. Cuando empezó a hacer voluntariado en el asilo Carlos Luis Plaza Dañín, ubicado en la avenida del mismo nombre, se sorprendió al encontrarla ahí, pues Sor Elena vivía en dicho lugar.
“Nos hicimos muy amigas. Ella era muy abierta, muy caritativa. Hicimos una bonita amistad, a veces yo la acompañaba a hacer alguna diligencia, le ayuda con la limpieza de la habitación, le llevaba comida”, recuerda la profesional.
Sor Elena le contó su historia. Trabajó varios años como enfermera en casas de salud. De algunas empresas le entregaban donaciones y ella las repartía entre personas de escasos recursos y entre los presos.
Después se dedicó al voluntariado animalista, sin olvidar las ayudas a las personas, en especial las del asilo. Pedía fundas de alimentos y le llevaba a las palomas, los gatos e inclusive a las iguanas en los parques.
“Ella perdió parte de un dedo meñique. Cuando le pregunté que le había ocurrido, me respondió que ‘fue una iguanita que estaba muerta de hambre y al darle lechuga me mordió el dedito’. Pero no les cogió miedo y siguió alimentándolas”.
En el cementerio Jardines de la Esperanza fue sepultada Bertha Sánchez, Sor Elena, "La dama de las palomas". Foto César Muñoz / ET
Un día la acompañó a hacer el recorrido que realizaba habitualmente en un taxi para alimentar a los animalitos de diferentes puntos. “Ahí vi que eran varios lugares, incluidas las palomas de Policentro. Fue una gran experiencia”.
Adriana describe a la religiosa como un ser maravilloso. “Era una persona con vocación real de servicio al prójimo. Era admirable. Era de las que no mataba a los animalitos. Me llamaba la atención que ella picaba pan y le colocaba a las hormiguitas en su habitación. O a las salamanquesas les ponía trozos de guineo en unos platos. Ahí me daba cuenta de que ella respetaba profundamente a todos los animales”.
Sor Elena se escapaba del asilo para ir a ponerle comida a sus protegidos. En el lugar trataban de impedirlo pues, por su edad, podía lastimarse. Pero era más fuerte su vocación de servicio y se las ingeniaba para llegar hasta donde la esperaban sus palomas y sus gatos.
Katiusca Delgado, presidenta del Refugio Pana, la recuerda con especial cariño. La conoció cuando estaba dándole de comer a una colonia felina cerca de Lomas de Urdesa, y Sor Elena llegó en el taxi que siempre la ayudaba.
“Nos conmovimos de ver que ella, a pesar de su edad, seguía alimentando los animalitos. Luego la acompañamos a darle de comer a las otras colonias de gatitos”. De ahí nació una amistad, que se consolidó cuando la religiosa visitó el refugio de Pana.
La religiosa alimentaba a más de 80 gatos de varias colonias en diferentes sectores de la ciudad. Foto Miguel Castro / ET
“Ella ayudaba a diferentes colonias. Cuando no podía salir del asilo, nosotros le ayudábamos llevando la comida a sus animalitos. Luchó mucho por las palomas de Policentro y le daba de comer a más de 80 gatos”.
En los últimos meses fue a vivir en la casa de una amiga, en el norte de la ciudad, donde estuvo sus últimos días. “Ella ya no podía salir a ver a sus animales. Entonces nos llamaban para que nosotros fuéramos a alimentarlos”, señala Kat.
La activista considera que con la muerte de Sor Elena, “se apagó una de las voces más representativas que tenía Guayaquil a favor de los animales, un ícono de esta causa y toda su vida luchó por ellos”. (I)