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El Telégrafo
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Formar una sociedad lectora: una política pública de largo plazo

Los escenarios naturales de la lectura -el hogar, la escuela y la biblioteca- no han contribuido con desarrollar los hábitos. En algunos países la gente anda con textos en los parques, en los buses, en los restaurantes y metros.
Los escenarios naturales de la lectura -el hogar, la escuela y la biblioteca- no han contribuido con desarrollar los hábitos. En algunos países la gente anda con textos en los parques, en los buses, en los restaurantes y metros.
Foto: Archivo / El Telégrafo
17 de noviembre de 2018 - 00:00 - Fausto Segovia

Actualmente rige la Ley Orgánica de Cultura que incluye el Plan Nacional de Lectura. Este ha dado frutos: un programa-presupuesto básico; está en camino un diagnóstico sobre los comportamientos lectores, a cargo de la OEI (Organización de Estados Iberoamericanos); líneas de acción que han dado pie a ferias y exposiciones, en algunas regiones; se focaliza el “corazón” del plan en un proyecto de mediación a la lectura y se creará una red de bibliotecas, según afirma el escritor Édgar Allan García, director del mencionado plan.

Estas noticias contrastan con ciertas informaciones que han circulado sobre la estadística internacional que, de acuerdo con la opinión de García, son mentirosas. Se refiere a las proporcionadas por Cerlac, que ubica al Ecuador en lugares escandalosos, con una lectura de medio libro por año y también las del INEC que sobredimensionan los porcentajes de lectoría.  

“Para evitar estas cifras absurdas, el convenio con la OEI para realizar una encuesta nacional ubicará al país lector en la realidad”.

La idea de García es que planea un proyecto de la sociedad, fortalecido como política de Estado y no un programa gubernamental.

Situación en Ecuador

Mientras en algunos países la gente lee en los parques, en los buses, en los restaurantes y metros, en Ecuador la percepción es que se lee poco. Las respuestas más recurrentes son: 1) porque los libros son caros; 2) porque no hay tiempo y 3) porque no existe el gusto por la lectura.

En cada país varían los porcentajes, pero las respuestas son casi coincidentes, con la diferencia que en unos se leen 10 o 12 libros por año, en otros cinco o seis y uno o dos. ¿Sabía usted cuál es el libro más leído en el país? La novela “Huasipungo”, de Jorge Icaza.

Las causas del problema de la lectura son variadas. Unos culpan al sistema educativo; otros a los profesores, que no son, ciertamente, buenos lectores y hay quienes señalan a la televisión y a las nuevas tecnologías.

No se trata de culpar a alguien en particular, porque el sistema en general no ha sido favorable a la lectura ni han existido políticas públicas que animen o promuevan la lectura en forma sistémica y porque la sociedad ha sido indiferente a este tema. Es evidente destacar que los escenarios naturales –el hogar, la escuela y la biblioteca- no han contribuido con desarrollar hábitos lectores.

Esfuerzos

Hay que reconocer los esfuerzos públicos y privados, en relación con el libro y lectura: el recordado proyecto del “Libro leído”, creado por el profesor Carlos Romo Dávila, que aún se replica en algunos centros educativos; la Campaña de Lectura “Eugenio Espejo”, que dirige el escritor Iván Égüez la Biblioteca Clásicos Ariel y también la de autores ecuatorianos, de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, la “Maratón del libro”, la labor de la Biblioteca “Aurelio Espinosa Pólit” y la creación del Sinab o Sistema Nacional de Bibliotecas –liquidado, según acuerdo ministerial 0023-14, del 11 de febrero de 2014-, cuyo promotor fue el maestro Francisco Delgado Santos.

Los proyectos de los municipios de Quito y Guayaquil, la Casa de la Cultura Ecuatoriana; “Yo leo”, del ministerio de Educación y las iniciativas de las Cámaras del Libro, la Asociación Ecuatoriana de Libros de Texto, las Universidades, los autores y editoriales son labores destacables.

Política pública

El libro y la lectura merecen una sola política pública y estrategias creativas que vayan más allá de comprar y vender libros. Los hábitos lectores requieren mediadores, es decir, personas que lean, amen la lectura y se apasionen por los temas, los personajes y sus historias.

El Dr. Mariano Jabonero, secretario General de la OEI, expresa que la política pública sobre el libro y la lectura es prioritaria. Para Jabonero “la lectura es un acto de amor, también pedagógico y, en última instancia, un acto político porque desarrolla todas las inteligencias, forma ciudadanía y fortalece la democracia”.

El proyecto, así concebido no será escolarizado, necesariamente, sino será ciudadano e incidirá en tres instituciones sociales básicas: la familia, la escuela y la comunidad articulado a la educación y cultura y tendrá una relación directa con todas las industrias culturales, la academia, los autores, las editoriales y los lectores. Será inclusivo e intercultural, según la Constitución.

El Ecuador –en esa línea de pensamiento- requiere una propuesta plural, viable y permanente, interdisciplinaria y participativa, sobre la base de una política pública que integre la educación, la cultura y la ciudadanía y sus agentes directos e indirectos: los lectores y autores, los editores, las editoriales, la industria editorial, la comunicación social, las bibliotecas, las librerías, los gobiernos autónomos descentralizados, el sistema educativo, los profesores, las familias, los niños, los jóvenes, los adultos, los adultos mayores y sus comunidades.

Que Ecuador se transforme en una sociedad de lectores es una meta de mediano y largo plazo. Para ello se necesita un consenso ciudadano, de la mano de políticas públicas consistentes y sustentables que ofrezcan espacios reales para acceder a los libros. Solo así podremos aprender, crear e innovar. (O)

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