Tras una maratónica jornada en Ecuador, que incluyó 2 misas masivas y 8 discursos distintos en sus intervenciones, el papa Francisco está desde ayer en Bolivia hasta el 10 de julio, dentro de una gira de 9 días por Sudamérica, que incluye Paraguay. La etapa más difícil de su visita fue el arribo al aeropuerto de El Alto, a más de 4.000 metros de altitud, ya que en su juventud le extirparon un pulmón y un equipo médico viaja siempre con él.

En abril de este año, los médicos del Papa le advirtieron que había engordado un poco y debía seguir una dieta baja en grasas, evitando la pasta y el dulce de leche para reducir peso y aliviar los dolores de una ciática que padece desde el inicio del pontificado, en marzo de 2013.

Desde la mañana de ayer, cientos de bolivianos acamparon en los laterales de la carretera por donde pasó el Sumo Pontífice. “Es una alegría para los católicos y no católicos, para todos los bolivianos, es la bendición que nuestro señor Jesucristo nos está mandando con la llegada del Papa”, dijo Gilda Mendoza, de más de 70 años.

Por otra parte, el presidente Evo Morales acortó su discurso de 15 a 5 minutos para precautelar la salud del Papa debido a la altura de La Paz.

A su llegada, Francisco señaló que “Bolivia está dando pasos importantes para incluir a amplios sectores en la vida económica, social y política del país. El progreso integral de un pueblo” debiera transcurrir “sin excluir ni rechazar a nadie”.

El religioso proclamó “el crecimiento en valores de las personas” e hizo notar que “si el crecimiento solo es material siempre se corre el riesgo de que la abundancia de unos se construya sobre la escasez de otros”.

“Me alegro de estar en este país de singular belleza”, confesó el Papa argentino, quien visitó Bolivia en su juventud. “Es una tierra bendecida en sus gentes, con su variada realidad cultural y étnica, que constituye una gran riqueza y un llamado permanente al respeto mutuo y al diálogo”, afirmó tras abogar por una política “sin excluir ni rechazar a nadie”. Se refirió además a los migrantes. “Llevo en el corazón a los hijos de esta tierra que por múltiples razones han tenido que buscar otra tierra que los cobije”, confesó.

Después, en el encuentro en la Catedral de La Paz con las autoridades civiles, señaló que “el diálogo es indispensable”, y abogó por soluciones “compartidas, razonables, equitativas y duraderas” de conflictos “entre pueblos hermanos”. “Estoy pensando en el mar... el diálogo es indispensable”, dijo Francisco, en momentos que Bolivia reclama a Chile negociar la recuperación de la salida al mar.

“El desarrollo de la diplomacia con los países del entorno, que evite los conflictos entre pueblos hermanos y contribuya al diálogo franco y abierto de los problemas, es hoy indispensable”, dijo el Papa. “Todos los temas por más espinosos que sean tienen soluciones compartidas, razonables, equitativas y duraderas”, instó. “En todo caso, nunca han de ser motivo de agresividad, rencor y enemistad que agravan más la situación y hacen más difícil su resolución”, advirtió el jefe de la Iglesia católica.

Una bendición esperada

Parte de la visita de Francisco a La Paz incluyó la bendición del lugar en el que fue asesinado el padre jesuita Luis Espinal. Este sacerdote fue un luchador solitario, incómodo para el poder político y religioso. En marzo de 1980 el cuerpo de Espinal fue encontrado torturado y baleado en el mismo lugar que Francisco visitará hoy.  

Cuando vivió en España, Espinal tuvo problemas con la dictadura franquista, que censuró su programa televisivo Cuestión urgente, por reportajes sobre las chabolas (asentamientos humanos marginales) de Barcelona.

En Bolivia (1968) produjo documentales sobre prostitución, violencia y alcoholismo para su programa En carne viva, en la TV estatal, del que fue cesado por entrevistar a un guerrillero.  

Por todos estos antecedentes de su lucha, la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos de Bolivia pide al Vaticano su beatificación.

Luego de este significativo acto, el Pontífice partió hacia Santa Cruz, donde hoy oficiará la eucaristía a los pies del Cristo Redentor. Se estima que lleguen al menos un millón de feligreses. Las hostias de la comunión fueron elaboradas a base de harina de quinua por las monjas carmelitas. (I)