"Origen" mezcla dualidad entre los afro y kichwa
Sayri Villa Maigua, de 25 años, nació en Ibarra y es descendiente de la cultura afrochoteña y kichwa imbaya. Creció escuchando los sonidos de instrumentos de percusión y de aire que su abuelo y padre entonaban.
Su nombre tiene dos significados. En lengua quechua-aymara, Sayri se traduce como “príncipe”; mientras que los amazónicos llaman así al tabaco.
Su interés por la música empezó cuando tenía 12 años. De su niñez recuerda que su abuelo, Segundo Maigua, grabó sus trabajos con el musicólogo Chopin Thermes.
“Mi abuelo fue uno de los primeros músicos kichwa que hubo aquí en la provincia (Imbabura). Con Chopin Thermes fueron de los primeros indígenas en explorar estos ritmos ecuatorianos”.
Afirma que más que interés, su inclinación por la música es genética y a esto le suma que también incursionó en las artes plásticas.
El objetivo de fusionar ritmos ancestrales con la electrónica, para Villa no es rescatarlos sino más bien revitalizarlos y llevarlos a las plataformas digitales para que las nuevas generaciones los conozcan. Además de transmitirles algo espiritual.
“Es la visión de mis orígenes recreando la música de una forma electrónica; es crear mis propios sonidos”.
Su nuevo álbum
Su primera producción discográfica en solitario la tituló “Origen” y nace de la mano con el proyecto Afro Imbaya. Él define a este disco como una dualidad donde se mezcla lo afro con lo kichwa, es decir sus raíces.
Destaca que este álbum -que lo trabajó por dos años- es un tributo no solo a los taitas (ancestros) sino a sus culturas, a las plantas y en sí al Ecuador cósmico.
“Parte de las canciones muestran gran respeto por las plantas ancestrales. Una de ellas, por ejemplo, se llama yagé en honor a la ayahuasca o kallampas por los hongos”.
Sayri reconoce que luego de haber transitado varios ritmos musicales entre ellos el reggae y el blues decidió volver a su origen, a su esencia. “Este trabajo es en honor a las culturas afrochoteñas y kichwa imbaya y al legado que estas dejaron y que hoy se está perdiendo”.
De sus inicios, hace 15 años, recuerda que le apostó a la música folclórica latinoamericana y, por supuesto, a la andina. Formó parte de reconocidas agrupaciones con esta tendencia.
Ahora se encaminó por la fusión y la música inédita. De ahí que su álbum contiene 10 canciones, de las cuales dos están en español y las demás en quechua.
Una de estas es “Carbunco”, que “es un espíritu mítico de los afrodescendientes choteños, este les proveía de riquezas; se trata de un animal mitológico y lo transformé en un símbolo de la música electrónica, pero sicodélica, con la guitarra típica de los afros, la bomba y todos estos ritmos fusionados”.
“Origen” estuvo bajo la dirección del canadiense David West. A esta producción se sumaron artistas reconocidos en el género como Yurac Pacha (Cotopaxi), Taki Amaru (Colombia) y el ensamble de vientos andinos de Hatun Cotama (Otavalo).
Villa reitera que el proyecto Afro Imbaya se enmarca en lo afro e imbaya. “Estos últimos formaron una cultura que migró de Quinchuquí (Otavalo) para radicarse en Ibarra (Imbabura). Esta cultura ya se está perdiendo y es una forma de reivindicarla y revitalizarla por medio de estos ritmos”.
El artista, quien tiene una licenciatura en diseño gráfico, confiesa que en la parte musical siempre fue autodidacta, pero que tuvo como maestros a Terry Pazmiño (guitarrista y concertista), Fernando Báez y David West.
En su casa, ubicada en el barrio Santo Domingo, de Ibarra, tiene dos estudios: uno de grabación y el otro de pintura.
Comenta que para sus presentaciones no hay un traje escénico especial, pero sí usa camisetas con símbolos andinos como el taguapaca (nombre de una deidad andina) o soles. “Elementos que representen y corroboren mi puesta en escena”.
En 2016, Sayri fue declarado como embajador de la música por la organización Mushuk Nina.
El disco “Origen” será presentado en el Festival Kallampa, este sábado 14 de julio, en el Teatro Museo Ibarra del Ministerio de Cultura y Patrimonio, a las 19:00. (I)