Oficios con raigambre popular perviven
Abel Briones Rodríguez, de 81 años, tiene 62 dedicado a la carpintería naval. Su trabajo fue tradicional en Samborondón. Allí construía semanalmente entre 10 y 15 canoas.
Cuenta que aunque todavía se dedica al oficio, su negocio ya no es tan próspero como antes. Ahora construye canoas a escala y las vende a $ 20 como artesanía.
Agrega que hasta hace 20 años muchos habitantes de Samborondón se trasladaban en canoa a Guayaquil. “Para movilizarse a todos los recintos cercanos, la canoa era el único medio de transporte empleado”.
También hay otro oficio que se afincó en la tierra samborondeña: la elaboración de ollas. La actividad es realizada por Walter Vargas hace 35 años.
Cuenta que se dedicó al oficio porque su padre, José Vargas, le enseñó. “Mi trabajo es duro, porque hay que buscar el barro, llevarlo al torno, darle la forma, ponerlo al sol y luego al horno para que se seque”.
Su producción la vende en el mercado de flores de Guayaquil. Ahí los dueños de las florerías adquieren las pequeñas ollas de barro para usarlas en los arreglos florales.
Su jornada de trabajo es de martes a domingo en dos jornadas y fabrica hasta 800 ollas de barro pequeñas. “En Samborondón existen más personas dedicadas a esta actividad, que es una tradición en nuestro pueblo”. (I)