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El Telégrafo
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Protesis de animales, un mercado naciente en Ecuador

Niño es un caballo que fue rescatado en el cantón Pedro Carbo, con una grave herida en su pata, la cual le fue amputada. Hoy vive en un refugio de Guayaquil y tiene una prótesis traída de Argentina.
Niño es un caballo que fue rescatado en el cantón Pedro Carbo, con una grave herida en su pata, la cual le fue amputada. Hoy vive en un refugio de Guayaquil y tiene una prótesis traída de Argentina.
Foto: Karly Torres / EL TELÉGRAFO
21 de julio de 2019 - 00:00 - Juan Carlos Holguín

Mochita fue abandonada en un basurero del norte de Guayaquil hace años. Es una perrita chihuahua a la que le faltan las patas delanteras debido a una deformidad de nacimiento. Debido a eso, personas inescrupulosas la dejaron en la calle.

Pero fue rescatada por María Teresa Puig, presidenta de la Fundación Almanimal. Hoy, Mochita es la engreída del refugio, puede correr y brincar gracias a una pequeña silla de ruedas que fue elaborada a su medida.

Este objeto le ha otorgado a la perrita una mejor calidad de vida. Y aunque hoy en día es frecuente ver a perros con sillas de ruedas, hace tiempo no era tan común.

Desde hace cerca de 10 años se empezaron a utilizar en el país las primeras sillas, como parte del auge animalista y el surgimiento de un mercado de productos y servicios para mascotas que, actualmente, mueve más de $140 millones, señala el doctor Jorge Zanabria, organizador del III Congreso Veterinario de León, realizado en Guayaquil en junio pasado.

Sillas de ruedas, arneses, prótesis, férulas, hacen parte de esta nueva oferta que toma forma en Ecuador, a medida que crece la demanda.

Y no son solo perros y gatos. Caballos, cerdos y hasta un cóndor se han beneficiado con esta rama de la ortopedia animal (ver subnota).

Inicialmente las sillas de ruedas eran elaboradas con productos de reciclaje, por personas de buen corazón que las donaban a fundaciones animalistas o rescatistas independientes.

Generalmente eran artesanales, hechas con tubos de PVC y mucho amor.

Pero con el tiempo la labor se fue perfeccionando, ya que una silla eficaz debe ser hecha a la medida del paciente.

Hoy, en el país se pueden conseguir con precios que oscilan entre $ 100 y $ 300, elaboradas con materiales resistentes, que no causan alergia al animal, decoradas a gusto del dueño.

“Recién ahora la gente está tomando conciencia de no sacrificar al animal cuando sufre una amputación o queda inválido, ya se piensa en darle una segunda oportunidad con una silla de ruedas o un arnés”, señala Marco Polo Lozada, propietario de la empresa Taximascotas, una de las que construye sillas de ruedas para animales.

Con él coincide la doctora Cecilia Coll, especialista en Traumatología y Ortopedia de la clínica veterinaria Dr. Pet, de Guayaquil. Según ella,  “antes no existía ningún tratamiento para este tipo de lesiones. Muchas veces los propietarios decidían recurrir a la eutanasia”.

La médica explicó que la pérdida de una extremidad afecta la calidad de vida del animal. Si se trata de mascotas, en un principio pueden tener dificultad para realizar sus actividades diarias.

“Sin embargo, con el pasar del tiempo se adaptan muy bien a la nueva situación sin problemas, a diferencia de una persona, que le agrega un componente sentimental negativo, como depresión y baja autoestima”.

Según la doctora Coll, con una prótesis los pacientes pueden retornar a una actividad normal de forma más rápida, retomar los paseos diarios, hacer sus necesidades, en gran parte de los casos sin requerir de asistencia. “También mejora su actitud al poder movilizarse de forma más dinámica y libre”.

Tal es el caso de Niño y Gladiador, dos caballos que están en el refugio hotel Happy Puppy Tail, en Guayaquil. El primero fue rescatado en Pedro Carbo y el segundo, en la vía a la Costa. Ambos sufrieron la pérdida de una pata y tienen sendas prótesis, traídas de Argentina.

En el lugar también se encuentra Valiente, un burrito al que le amputaron parte de su pata trasera derecha. Él recibirá una prótesis elaborada por la empresa ecuatoriana Pet 3D, filial de la firma Ecuaprótesis 3D que fabrica prótesis mediante impresión 3D.

Tecnología
Geovanny Padilla es ingeniero en Electrónica y Telecomunicaciones de la Espol. Con su esposa, Wendy Gaibor, crearon hace 4 años la empresa Ecuaprótesis 3D, en la que el hombre aplicó todo lo que aprendió en las aulas.

Inquieto y curioso por naturaleza, armó su propia impresora 3D (“como buen guayaco”, dice riendo) porque una original era muy cara, podía costar 10 mil dólares. Así empezó con el negocio. 

Iniciaron haciendo prótesis para humanos y luego empezaron a tener pedidos de artículos para mascotas. “De cada 10 pedidos, 4 eran para animales”, comentó Wendy.

Así que decidieron expandir su catálogo y crearon Pet 3D, en la cual construyen las sillas de ruedas y también férulas.

La primera silla que hicieron fue la de Mochita, la perrita de la Fundación Almanimal. Ahora siguen creciendo, al punto que uno de sus objetivos es empezar a exportar.

“Nos han pedido prótesis desde Colombia, Perú, Chile, México, para perros, gatos, equinos”, señaló Geovanny.

La empresa es familiar. Parientes suyos se encargan de trabajar las partes metálicas y hacer los ensamblajes.

Emprendedores
Marco Polo Lozada trabaja prestando el servicio de transporte de mascotas con su empresa Taximascotas, pero empezó a elaborar las sillas de ruedas porque uno de sus perros, Junior, quedó inválido debido a la babesia.

“El costo de traerla desde Estados Unidos era como de 500 dólares y demoraba casi un mes. Así que investigué y la hice yo mismo con unos tubos en la casa. Reconozco que quedó feísima”, afirmó entre risas. “Más fue el deseo de que Junior no se lastimara, lo que me llevó a hacer esa primera silla de ruedas”.

Siguió investigando y mejoró el producto, modificó el diseño original y lo adaptó a las necesidades del can.

Cuando su perrito la utilizó en el barrio, Marco Polo se enteró de que varias personas tenían el mismo problema con sus mascotas y por eso no las sacaban a pasear. Entonces le empezaron a hacer pedidos.

“Hemos mejorado mucho desde aquella primera silla. Ahora trabajamos con otros materiales, tomamos las medidas del paciente y pedimos que nos dejen hacer una evaluación. Si es de fuera de Guayaquil, nos mandan fotos y videos para ver cómo se mueve. La silla de ruedas se construye dependiendo del tamaño y el peso del paciente”, señaló.

Ahora están incursionando en las prótesis, con la ayuda de un artista plástico que moldea las piezas.

Aunque ya han hecho envíos a diferentes provincias y realizan un seguimiento a los pacientes, Marco Polo, Geovanny Padilla y Wendy Gaibor  coinciden en que los productos aún no son muy conocidos en el país.

Por ello se encuentran en el proceso de difundir los beneficios de las prótesis, que le dan una segunda oportunidad a los animales amputados o lesionados. (I)

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