Papá Noel llegó a 100 niños afro en forma de abogados
Han pasado 7 años desde que el Ministerio de Agricultura Ganadería (MAG) entregó a Tapiapamba, parroquia rural de la provincia de Imbabura, el título que la convirtió en territorio jurídico. Sin embargo, aún no tienen acceso vial a su comuna y servicios básicos, los que apenas llegan al 10% de sus pobladores.
De la existencia de Tapiapamba y sus habitantes solo se conoce en épocas de campaña electoral cuando los candidatos llegan a pedir el voto. También en Navidad, cuando alguna persona o institución acude a dejarles un presente y departir un momento.
Algo así lo efectuaron el fin de semana, a propósito de la Navidad, directivos e integrantes de la selección de fútbol del Club de Abogados de Pichincha, presidida por William Sánchez. No les importó viajar más de tres horas desde Quito con tal de compartir.
Son un pueblo feliz a su manera
Es mediodía del sábado pasado y el sol cae perpendicular en el cañaveral de Tapiapamba. Las 800 personas afrodescendientes que viven en la comuna esperan afuera de sus casas el sonido del claxon de los carros que trasladan a los abogados quiteños.
Andrés, de solo 7 años, se levanta y grita emocionado: “¡Ya llegaron!”. Entonces, junto con su familia y amigos bajan corriendo las escaleras para recibir a los visitantes que prometieron arribar en la víspera de Navidad.
Una pelota con diseño del Mundial de Brasil 2014 cae en medio del patio de la casa comunal. Viéndolo girar entre el adoquín, Benjamín, de 10 años, baja del auto negro a impedir que caiga el balón. “Sí hay pelotas y son para jugar fútbol”, les dice a los niños que de todas las edades salen y se aprestan a jugar.
Los lugareños saludan a los visitantes y entran en la casa comunal. Los abogados bajan 5 cajas con juguetes y 100 fundas de caramelos.
Pero no solo los regalos están a la orden de los niños. El maestro Rafael Díaz, un reconocido pintor ecuatoriano, empieza a ubicar hojas tamaño A1 en el piso que lo cubre en su totalidad.
Padres y abuelos llaman a más de 100 niños para que disfruten del taller de pintura. Andrés y sus amigos se sientan en el piso y reciben una hoja y un pincel amarillo.
La alegría los inunda tanto que con las puntas de los pinceles empiezan a tocar música sobre el suelo, simulando un tambor improvisado.
Entonces llega la pintura blanca, azul, amarilla y roja en un plato desechable. Con el desafío de un concurso, los niños empiezan a dibujar. Todos plasman en las hojas sus hogares, sus familias y en la esquina superior derecha el sol radiante que por el lapso de 10 meses al año azota a la población.
Otros dos meses, entre abril y mayo, afrontan en cambio lluvias, que los dejan casi sin posibilidades de salir.
El acceso a Tapiapamba se da únicamente por un camino empedrado y sinuoso que corre desde los límites de la Universidad Yachay. A pesar de estar el centro de educación, los pobladores vecinos no se han beneficiado de vías de acceso a sus hogares.
Ninguno de los 800 pobladores cuenta con automóvil y para dirigirse a sus trabajos tienen que esperar los taxis que salen hasta Urcuquí, ubicado a 20 minutos, donde toman los buses de servicio público, cuyo costo asciende hasta $ 1.
El camino de difícil acceso hace que la tarifa de taxi suba hasta los $ 5 el viaje. Es decir, los casi 650 habitantes gastan $ 12 diarios para ir y regresar de sus trabajos. Tan solo los 85 niños cuentan con un transporte escolar que les cobra $ 0,60 a cada uno.
Sus padres viajan al Ingenio a elaborar azúcar, otros al cañaveral a cortar y preparar la materia prima y algunos a trabajar como obreros de la construcción o en la limpieza de Yachay. Duval Mina comentó que Jorge Martínez, gerente de la Universidad del Conocimiento, también los visita para entregarles insumos en estas fechas. Sin embargo, esperan que Papá Noel algún día llegue en forma de autoridades y les dote de una vía, servicios básicos y transporte. (I)