75% de pacientes indígenas busca la cura con un yacha
Hace poco más de dos años se inauguró el Centro Médico Intercultural de Cotopaxi (Tipo A) del Patronato Provincial. Ahí los pacientes son curados de sus dolencias con la medicina científica, pero tienen también la oportunidad de hacerse tratar con un experto en medicina ancestral.
Este inusual consultorio está atendido por el yacha José Casa, quien aprendió de su abuelo a manejar los poderes curativos y místicos.
Atiende con entusiasmo a sus pacientes; la mayoría lo visita por dolencias o para que los cure de “espanto” o “mal aire”.
Su consultorio está acomodado en un extremo del Centro Médico, pintado íntegramente de blanco y en su escritorio se ubican piedras de todos los tamaños y procedencia que “guardan energía de la madre naturaleza”, asegura el sabio.
Una vela blanca flamea todo el día para ahuyentar los malos espíritus, dos lanzas coloridas custodian su sitio de trabajo y le dan la fortaleza que necesita para atender a sus pacientes.
Su consultorio está invadido por un fuerte olor a ruda mezclado con licor puro.
El yacha, de 57 años, dice que estos son ingredientes fundamentales para quitar el “mal de ojo”, “mal aire” que, dice, se produce cuando se pasa por lugares deshabitados o cuando se pegan energías pesadas en personas que no tienen el espíritu firme.
Casa también atiende a un gran número de pacientes que aseguran ser presas del mal moderno: el estrés. Les ofrece un masaje relajante y una limpia con hierbas, además de una agüita de valeriana.
Turistas interesados
El 75% de pacientes que recibe el yacha, oriundo de la comunidad de Galpón (Salcedo), es indígena, pero también llegan extranjeros que no quieren irse del país sin haber practicado un ritual de medicina ancestral.
Cuando se creó el consultorio la idea fundamental era promover la sabiduría de los antepasados para que sus conocimientos no se pierdan en el tiempo. “Parte de este legado no solo es la curación sino la prevención”, asegura Eloísa Toaquiza, presidenta del Patronato Provincial.
Para Toaquiza es fundamental cuidar la alimentación y, por lo tanto, el cuerpo y el espíritu.
“Si no estamos en paz con nosotros mismos, nuestro cuerpo lo percibe y se enferma”.
Menciona que por ello contrataron a un yacha con una amplia experiencia.
Resalta la diferencia que hay entre los brujos y los yachas: los primeros utilizan artes ocultas para hacer hechizos, se los conoce también como adivinadores, quienes no tendrían relación alguna con la práctica de conocimientos ancestrales.
Los yachas, en cambio, se apoyan en las energías positivas de la naturaleza para curar el cuerpo y el espíritu.
Los pacientes que llegan al Centro Médico Intercultural -localizado en la avenida Trajano Naranjo, al sur de la ciudad, en busca de una consulta con el yacha- deben tomar un turno y seguir todo el protocolo normal, es decir, sacar historia clínica.
“Es un paciente y necesitamos saber sus antecedentes, en caso de que necesite ser atendido por la medicina tradicional”, argumenta Toaquiza.
Marcela Chango asistió hace un par de meses en busca de una limpia, pues consideraba que tenía “espanto” debido a que una noche al salir de la universidad fue asaltada, lo que le quitó el apetito e hizo que viviera en zozobra.
“Visité al yacha, me limpió con unas hierbas, me llamó dos veces más y me dijo que fortaleciera mi espíritu, ahora estoy mejor”, afirmó la joven, de 21 años. (I)