El nepi es fuente de sabiduría para la etnia tsáchila
No todos pueden beberla, debido a sus efectos alucinógenos. Se trata del nepi, una bebida representativa de la comunidad tsáchila, en Santo Domingo de los Tsáchilas y que congrega siete comunas.
La base del nepi es un bejuco (planta trepadora), considerado sagrado para la cultura tsáchila.
Luego de varios días de preparación da como resultado una bebida que, según Abraham Calazacón, líder de la comuna Chigüilpe, una de las siete asentadas en el territorio, les permite ver el futuro y, según sus creencias, los llena de espiritualidad y de sanación.
Para obtener la bebida se celebra un ritual que se inicia pelando y moliendo el bejuco. El responsable de elaborarla es el poné o chamán. Él la prepara en una paila especial de bronce.
Luego se corta el bejuco en trozos en la parte baja del tallo y se lo machaca con un mazo para hervirlo más de una hora en el fogón o nifú (así es llamado en la localidad).
Al ingerirla provoca visiones y alucinaciones, parece un licor embriagante; a tales efectos la comunidad tsáchila le atribuyen a que existen espíritus que aparecen cuando la persona se encuentra en ese trance.
Ocasionalmente provoca vómito al chamán o al aspirante, lo cual significa que la bebida está sobrecargada, para ello se debe añadir agua para que no esté concentrada.
Fuente de sabiduría
Para los miembros de la etnia tsáchila, esta bebida, más que una herramienta del chamán, es una fuente de sabiduría, incluso la llaman “la última fuente del conocimiento”. Además, beberla significa aprender y ser sanado.
“Es el vehículo con el cual cada persona adquiere el poder y la experiencia directa del ser divino y supremo”, sostiene el líder Abraham Calazacón.
Durante las visitas guiadas que se realizan en Mushily, el centro cultural de la comuna Chigüilpe, Abraham y Abdón Calazacón explican a los visitantes la preparación.
Este “elixir” es una combinación de plantas con ingredientes sicoactivos, como raíces, lianas y hierbas seleccionadas sembradas en los alrededores de la comunidad. Estas hierbas e ingredientes producen una similar sensación a la que se siente segundos antes de morir, explican los guías.
“Durante este estado la mente tiene la habilidad de ver otros mundos, de pasar a la espiritualidad”, dice Calazacón y añade que tomarla en sorbos pequeños significa que el individuo está en capacidad de aprender y puede ser sanado.
Para tener una referencia tanto el ritual como los efectos que produce su ingestión se parece a la toma de la ayahuasca (que procede del quichua aya “muerto” y huasca “cuerda”), común en comunidades de la región amazónica; enfatizan que con su efecto se logra una conexión con los espíritus.
El nepi tiene diferentes modos de preparación, para lo cual se utilizan diversos utensilios, plantas y rituales; su variación depende de las tradiciones ancestrales que heredaron las comunidades.
Ceremonias especiales
La ceremonia para ingerir la bebida forma parte de una tradición ancestral llamada “Kasama”, que consiste en una gran reunión a la que asisten los miembros de las diversas comunas tsáchilas.
El objetivo de esta costumbre es como una forma de reencontrarse con sus raíces, saludar a su familia, intercambiar sentimientos de prosperidad y amistad, y compartir la alegría del nuevo período.
Mediante este evento se marca el inicio de un nuevo año para los miembros de las comunidades tsáchilas.
“Es una ceremonia de purificación, de renovación de energía. Es como una purga de la mala vibra del ser humano que está recargado de todo lo que ha vivido en el año”, indica el tsachi poné a los visitantes.
En el libro “En el cruce de caminos: identidad, cosmología y chamanismo Tsáchila”, escrito por la antropóloga española Monserrat Ventura i Oller, y publicado por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) en 2012, se manifiesta que el nepi es considerado como necesario en todo ritual que incluya un comercio con el mundo de los espíritus.
Un requisito es que todos los participantes de estas sesiones lo consuman, con frecuencia en cantidades pequeñas para experimentar los efectos alucinógenos. (I)