La migración persiste en el Austro con alta concentración en la zona rural
A sus 77 años, José Camas aún realiza duras jornadas de trabajo en su pequeño terreno, situado en la comunidad Tambo Alto, en la provincia del Cañar, en el Austro ecuatoriano.
Con azadón en mano remueve constantemente la tierra y coloca el fertilizante en su pequeña chacra de maíz en la mañana soleada del martes 28 de marzo. Lo acompañan en la tarea su esposa, también adulta mayor, y la última de sus hijos.
“Es que ya no hay jóvenes que trabajen la tierra”, dice con un tono de resignación don José al consultarle por qué a su edad realiza esas difíciles tareas.
El hombre replica y señala que muchos jóvenes de la provincia de Cañar ya no quieren labrar la tierra como medio de trabajo, porque se gana muy poco, “medio para sobrevivir”.
También confiesa que la migración se ha llevado a muchos jóvenes de las comunidades, quienes salen hacia destinos como Estados Unidos y Europa en busca de mejores días.
Don José es una víctima de esa migración. Cuenta que hace más de 13 años su hijo mayor abandonó el campo, la casa y su familia para cumplir el “sueño americano”.
Pero en vez de esperar que la prosperidad llegue a su familia con la migración de su pariente, este campesino cañarense recibió solo dolor y más pobreza. Hace tres años murió su hijo en Estados Unidos por un infarto, que lo atribuye a la explotación que sufrió en tierras estadounidenses.
Esta historia dramática se repite en cada comunidad, en cada barrio, cada cantón de Cañar y, particularmente, en la zona austral de Ecuador, una de las más golpeadas por la pobreza y el fenómeno de la migración riesgosa.
El gobernador de Cañar, Luis Quishpi, considera que indudablemente la pobreza ha sido el detonante de la migración, que es un fenómeno que se inició en la década de 1950 cuando muchos ciudadanos salían de la zona rural hacia la zafra en el ingenio azucarero Aztra, en el cantón La Troncal, ubicado en el litoral de la provincia.
Los campesinos de la época trabajan seis meses tras lo cual volvían a sus labores agrícolas y ganaderas por el resto del año. El salario que percibían les alcanzaba apenas para subsistir. Por ello decidieron salir a Guayaquil y Quito, donde se dedicaron al comercio.
Según historiadores, los primeros comerciantes que se establecieron en lo que se denomina la Bahía de Guayaquil, un popular sector céntrico de comercio formal e informal, fueron ciudadanos oriundos del cantón Déleg. Es por ello que en esta urbe portuaria se fundó una Asociación de Ciudadanos de Cañar residentes en la urbe porteña.
Posteriormente la debacle económica de los años 80 y 90 motivó a muchos ecuatorianos, sobre todo de la zona austral a emigrar al exterior, principalmente hacia Estados Unidos. A nivel del país se estima que salieron unos dos millones de ecuatorianos por el denominado “feriado bancario”.
Un estudio de la Gobernación provincial señala que cuatro de cada cinco migrantes tienen una edad que oscila entre 18 y 49 años, de ellos el 60% se encontraban casados o en unión de hecho cuando abandonaron el país.
Pese a las asistencias y anuncios de políticas implementadas por los distintos gobiernos un alto porcentaje de la población rural está por debajo de la línea de pobreza y sumida en problemas sociales a causa de la migración.
Un estudio del Gobierno provincial y publicado en 2016 señala que el 75% de la población no tiene acceso a seguridad social, el 80% de la población de 18 a 29 años no asiste a la universidad y casi el 50% de viviendas no tiene condiciones de habitabilidad.
En el cantón Suscal, según un análisis de la Gobernación, el 50% de su población está por debajo de la línea de pobreza.
Esta realidad se refleja en el estudio de la Gobernación que identificó que el 85% de la migración de Cañar proviene de la ruralidad.
La emigración ilegal
Ante esta situación, las autoridades tanto seccionales como del Gobierno Central se enfocaron en acometer con acciones que prevengan la emigración ilegal, con el fin de evitar las secuelas dolorosas que dejó en la población.
Una de ellas, de acuerdo con el coordinador zonal 6 del Ministerio de Relaciones Exteriores, Raúl Abad, es impulsar el programa de créditos de la banca pública, dirigidos a la población juvenil y adulta para iniciar emprendimientos que permitan crear fuentes de ingresos estables.
Los créditos van desde $5.000 hasta $ 30.000 dependiendo el tipo de emprendimiento, señaló el funcionario de la Cancillería en la zona, que comprende las provincias de Cañar, Azuay y Morona Santiago.
Asimismo, en los programas estatales está facilitar el acceso de los estudiantes a la universidad y que se creen institutos técnicos superiores especializados en las fortalezas del territorio, en este caso la agricultura y ganadería, las principales actividades de Cañar.
Otra iniciativa es la creación de un parque industrial artesanal para los emprendedores de la región a fin de que los pobladores en vez de gastar hasta $20.000 en las bandas de ‘coyoteros’ inviertan esos recursos en actividades de comercio y producción. (I)