A pesar de que el miércoles fue el día con mayor presencia de viajeros y que los pasajes para los diferentes puntos turísticos estaban agotados, ayer disminuyó la afluencia de personas y el día  transcurrió con normalidad. Los carros salieron, aproximadamente, cada quince minutos y el personal pudo manejar la situación  sin inconvenientes.

Martha Pilco, su novio y tres amigos llegaron a las 10:00 a la cooperativa Reina del Camino para comprar pasajes e ir a Manta a pasar el feriado. “Nosotros decidimos viajar hoy porque ya se fue un montón de gente. Ayer era imposible y todo estaba repleto”, comentó.

Las dos cooperativas de transporte  que mayor presencia de clientes tuvieron fueron las que se dirigían a la península de Santa Elena y a la provincia de Manabí, siendo la ruta a Portoviejo la más pedida.

Con el fin de brindar seguridad, ciento cincuenta policías se encuentran dentro de la terminal, distribuidos en todas las instalaciones, en los cinco días que tiene este feriado. Personal de la fundación Terminal Terrestre, también colaboró ayer con el orden dentro del lugar, supervisando y brindando atención  a los viajeros que se encontraban en las cooperativas.

Euráclito Cabezas, en cambio, decidió quedarse en la ciudad. Dedicó el segundo día del feriado para ir al cementerio a ver a su padre y buscar la tumba de su hermano, a quien desde que falleció, hace seis años, no ha podido visitar porque no recuerda dónde está. “Cada cierto tiempo vengo, busco y busco, pero aún no la he podido encontrar, creo que se fue resentido conmigo y por eso no aparece”, expresó mientras caminaba revisando tumba por tumba.

En el cementerio general, la concurrencia de personas fue mínima. Los que optaron por  acudir hoy lo hicieron para no toparse con la “marejada” de personas que asisten todos los 2 de noviembre a rendirle homenaje a los seres queridos que partieron.

Petita junto con su compañero José recorren el cementerio ofreciendo serenatas a los difuntos. Comentó que este año la visita de personas no ha sido como en años anteriores. “La gente ayer vino, estuvo un ratito y se iba por las mismas; lo mismo pasa hoy”, afirmó.

En el cementerio del Suburbio el panorama era parecido, los que acudieron prefirieron dedicarse a limpiar y arreglar las tumbas de sus familiares, ya que, como lo manifestó Claudio Bolívar, en días normales no hay mucho tiempo.