Matrimonio igualitario crece a paso firme
Mientras los colectivos homosexuales alrededor del mundo celebran la aprobación del matrimonio igualitario en diferentes países, las agrupaciones religiosas hacen pública su aflicción, preocupación e inquietud por lo que -dicen- significará esta nueva normativa para la evolución y crecimiento de las familias en el futuro.
Así es el panorama en Uruguay luego de que el pasado 10 de abril, esta nación del sur se constituyó en el segundo país latinoamericano en aprobar un proyecto de ley que permitirá legalizar el matrimonio igualitario, es decir, entre personas del mismo sexo.
Frente al Palacio Legislativo en Montevideo flameaban banderas con los colores del arcoíris, símbolo de la diversidad sexual. Había risas, música, personas disfrazadas y decenas de parejas tomadas de la mano, que expresaban de una u otra manera su alegría por esta resolución histórica.
“Es increíble estar luchando tanto tiempo y lograrlo. Pensé que yo no lo iba a ver”, aseguró emocionado Roberto Acosta, de 62 años.
Sin embargo, está la otra cara de la moneda... “Matrimonio eres, de hombres y mujeres”, “Familia es marido y mujer y no otra cosa que nos quieren imponer”, eran las diatribas de diferentes grupos religiosos, opuestos a las uniones legales entre homosexuales, quienes protestaban con caminatas y carteles.
El escenario de Uruguay se replica en Nueva Zelanda. La semana pasada este país también aprobó el matrimonio homosexual. Allí, la iniciativa que modifica la legislación sobre el matrimonio, que data de 1955, fue aprobada por la Cámara de diputados luego que hayan transcurrido 25 años desde la despenalización de la homosexualidad.
De esta forma, Uruguay y Nueva Zelanda se unen a Países Bajos, Bélgica, España, Canadá, Sudáfrica, Noruega, Suecia, Portugal, Islandia y Argentina, que conforman los 13 países que han concretado esta medida.
Pero en Francia, Colombia y en algunos estados de los Estados Unidios, los activistas y la sociedad civil buscan que diferentes proyectos de ley viabilicen las uniones conyugales de este tipo. Sin embargo, hay creyentes católicos y organizaciones cristianas que están en contra y realizan grandes campañas mediáticas.
En París, las asociaciones que se oponen a la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo realizaron ayer una manifestación con la que pretenden -de alguna manera- presionar al Legislativo que votará el controvertido tema, de manera definitiva, este martes.
Esta marcha fue la tercera convocada contra las bodas gays, tras haber reunido a más de un millón de personas, según los organizadores, en enero y febrero pasados. Ellos aseguran que no detendrán su movimiento tras la adopción definitiva del texto.
En tanto, en Colombia, el Senado aplazó hasta el próximo 23 de este mes el debate sobre el proyecto de ley de matrimonio para parejas del mismo sexo.
El proyecto del senador oficialista Armando Benedetti y del representante a la Cámara por el Partido Verde, Alfonso Prada, debe ser debatido en el plenario del Senado y, de ser aprobado, debe enfrentar otros dos debates en la Cámara.
“Si la ley pasa, se violaría la Constitución”, dijo Laura Ramírez, una comunicadora social de 26 años, quien considera que de aprobarse el matrimonio igualitario “sería la extinción de nuestra raza”.
“La ley va en contra de nuestros valores, nuestra cultura, sería un desastre”, remarcó, mientras que sus compañeros, opositores a esta iniciativa coreaban, en voz alta que el matrimonio es entre un hombre y una mujer y no de la forma en que se pretende legalizar.
En Estados Unidos, en cambio, el matrimonio entre personas del mismo sexo no es reconocido por el Gobierno Federal debido a una ley que lo define como la unión entre un hombre y una mujer. Sin embargo, Massachusetts, Connecticut, Iowa, Vermont, Nuevo Hampshire, el Distrito de Columbia, Nueva York, Maine, Maryland y Washington han aprobado leyes a favor de los homosexuales.
La legalidad de esa norma, conocida como DOMA y aprobada en el gobierno de Bill Clinton es analizada por la Corte Suprema. El actual mandatario, Barack Obama, está en contra de esa norma.
¿Qué sucede en Ecuador?
Aunque en el país el matrimonio entre personas del mismo sexo es una opción que no se vislumbra como posible a mediano o largo plazo, existe la opción del reconocimiento de la unión libre homosexual.
Las uniones libres rigen desde 1995 aproximadamente, pero se reconocen entre personas del mismo sexo a partir de la Constitución de 2008.
Para la asambleísta Gina Godoy, este tipo de relaciones genera los mismos derechos y obligaciones que tienen las familias constituidas mediante un matrimonio civil. La lucha de la comunidad ecuatoriana GLBTI durante la Asamblea Constituyente de Montecristi permitió incorporar las uniones civiles, explica. Pero al mismo tiempo la Carta Magna define al matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer.
La diferencia entre el matrimonio y la unión de hecho, indica Godoy, es la falta de un documento suscrito ante el Registro Civil, pero los efectos son los mismos.
“La unión de hecho no se llama sociedad conyugal, se llama sociedad de bienes y para inscribirla en una notaría deben haber transcurrido dos años de convivencia estable y monogámica”, explica.
Pero pese al avance de estas uniones en el mundo, Godoy considera que, de acuerdo a las características sociales y culturales, Ecuador no se encuentra listo para asumir plenamente un matrimonio como sociedad conyugal entre personas del mismo sexo.