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Mariposas multicolores visitan Cumbayá

Mariposas multicolores visitan Cumbayá
El Telégrafo/Eduardo Navas
11 de agosto de 2020 - 00:00 - Lautaro Andrade

Revoloteaban con sus finas alas multicolores sobre las cabezas de los visitantes. Decenas de mariposas iban de un lado al otro en un espacio no muy grande, bastante húmedo y caliente, donde permanecerán durante dos meses. Será su nuevo hogar, y el de sus hijas y nietas porque la vida de una mariposa es relativamente corta, pero suficientemente plena para admirar su belleza en esta temporada de verano.

El mariposario del Paseo San Francisco, en Cumbayá, abrió sus puertas desde el viernes 7 de agosto. Dentro del centro comercial se habilitó el nuevo hábitat para estos amigables insectos, provenientes de un criadero en el cantón Pedro Vicente Maldonado.

Alrededor de 30 especies distintas conviven en ese lugar. Allí cuentan con la temperatura indicada para subsistir. A penas se ingresa al mariposario, el clima templado de Cumbayá se disipa por una contundente humedad. 30 grados centígrados necesitan las visitantes aladas para vivir.

Azul, rojo, naranja, amarillo, verde, café, gris y morado se observan por doquier. Quizás, todos los colores del arcoíris mezclándose en un mismo espacio, la gente, las mariposas, las plantas y las flores. Es una armonía diferente, una sensación de estar lejos de la ciudad. En tan solo 10 minutos se camina dentro de un paisaje natural que se apropia, temporalmente, del urbanismo.

A las afueras del mariposario la vida sigue como en cualquier centro comercial. Personas transitan de un lado al otro, el aire acondicionado enfría y las baldosas brillantes como un espejo reflejan las incesantes pisadas. Sin embargo, una tela negra transporta a los citadinos a un pequeño extracto del bosque subtropical.

La Ojo de Búho te dará la bienvenida  y, si tienes suerte, observarás el turquesa de sus alas interiores. Si te acercas mucho y empieza a tensionarse, moverá su cuerpo de tal forma que sus extremidades dibujarán la mandíbula impetuosa de una serpiente. Así se protege de sus depredadores, aunque en este caso no hay peligro, los humanos son inofensivos para ellas, y viceversa.

Entre las ramas, las flores y las hojas, se posarán otra clase de estos insectos. Aleteando, como si dieran brincos, pasarán de flor en flor bebiendo su néctar. El dulce sabor de unos plátanos en descomposición será la miel que las mantenga vivas. Luego,  los más afortunados podrán tenerlas en las palmas de sus dedos para tomarse una rápida foto, antes de que la pequeña mariposa emprenda de nuevo su vuelo. 

José Ávila, director de Marketing del Paseo San Francisco, hizo una invitación a las familias quiteñas a conocer el mariposario, que por cuarto año consecutivo abre sus puertas. Ante la coyuntura, el ingreso es restringido para no exceder el aforo y respetar el distanciamiento social. Lavarse las manos es otro requisito para entrar.

Grandes y chicos, familias y parejas, solos o acompañados, el mariposario está disponible para todos quienes deseen tomarse 10 minutos de su tiempo y ver de cerca a los considerados insectos alados más bellos de la naturaleza. Su particularidad es que en ese lapso, el visitante tendrá la oportunidad de observar todas las etapas de la vida de una mariposa: su nacimiento, su adultez y el momento final en el que sus alas se quedarán, para siempre, en completa quietud. (I)

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