Dar una mano, sin dar la mano alienta la solidaridad
La provisión de alimentos para las personas más necesitadas, entre ellos los que viven del día a día, es una de las mayores preocupaciones por el aislamiento social obligatorio y las restricciones para movilizarse y prevenir el covid-19.
Para solventarlo, el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) puso en marcha la campaña Dar una mano, sin dar la mano con la que hace un llamado a la solidaridad.
La iniciativa consiste en que empresas y familias donen una cantidad mínima de dinero para comprar víveres o artículos de aseo, los cuales serán distribuidos por entidades de ayuda pública y privada.
¿Cómo realizar las donaciones? Las familias o empresas interesadas en colaborar deberán ingresar a la plataforma virtual www.darunamanoecuador.com.
Allí podrán comprar canastas de alimentos básicos de $ 5, $ 10 y $ 20. Además de kits de aseo por $ 7 que serán donados y entregados en las principales cadenas de supermercados del país. La contribución se efectúa de manera electrónica con tarjetas de crédito o débito.
El fondo que se recaude será distribuido equitativamente a los supermercados que entregarán los kits a precio de costo. En el proyecto participan Corporación Favorita, Mi Comisariato, Coral, Santa María y Almacenes Tía.
Posteriormente los kits se entregarán en los centros de acopio en Quito, Guayaquil y Cuenca para ser distribuidos en el país, a través de alcaldías, iglesias, patronatos y organizaciones de caridad.
La entrega de los kits será coordinada por miembros de la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas.
Hasta la tarde del domingo la campaña recaudaba la compra de 121.272 kits de alimentos. La meta es llegar a 1’000.000.
Iván Granda, titular del MIES, aseguró que se busca fortalecer la entrega de alimentos a las personas que más lo necesiten en el país.
“La campaña Dar una mano, sin dar la mano establecerá un antes y después de esta emergencia, ya que se trabajará de manera conjunta. Como dice el presidente Lenín Moreno, articulados para servir”, indicó Granda.
La emergencia sanitaria que vive el país por el covid-19 también ha dejado a familias, que viven del día a día, sin percibir ingresos.
Para solventar esta problemática el Gobierno dispuso la entrega de un bono de contingencia a familias dedicadas al subempleo y cuyos ingresos sean inferiores a $ 400.
A partir de hoy los beneficiarios recibirán un mensaje de texto con detalles del pago. Uno de ellos establece que para evitar aglomeraciones el pago se hará según el último dígito de la cédula en los puntos habilitados en los bancos públicos, privados, cooperativas, Mi Vecino y Banco del Barrio.
Paralelamente a la campaña Dar una mano, sin dar la mano, el MIES continuará con la entrega de 245.000 kits alimenticios en el país. Cada kit cubre por 15 días necesidades básicas de una familia de cuatro miembros.
Asimismo, se ha dado atención a personas que pernoctan en las calles. En Quito se habilitó un albergue temporal en la Casa de la Cultura que ya ha recibido a 50 personas. En Guayaquil, en cambio, son atendidos 30 adultos mayores en la Fundación Refugio de Espíritu Santo. En Cuenca se da a través de dos albergues. (I)
Aglomeración en mercados es preocupante
Es mediodía y en un mercado del suburbio de Guayaquil, centenares de personas salen a hacer sus compras para abastecerse de alimentos en sus hogares.
No llevan protección ni mantienen la distancia de dos metros que aconsejan los expertos para reducir las probabilidades de contagio del covid-19.
Hay incluso vendedores que siguen saliendo a ofertar productos que no son de primera necesidad.
Policías en moto llegan a advertir que regresen a sus hogares y que no se expongan. Algunos recogen sus productos y se marchan, pero otros hacen caso omiso a las recomendaciones. “Tenemos que vender algo para poder llevar la comida a nuestras casas”, grita un hombre que vende cucharas.
Otras dos patrullas de la Policía con sus altavoces y sirenas encendidas “por su seguridad manténganse dentro de sus hogares para evitar la propagación del coronavirus”.
Guayaquil es la ciudad que más concentra personas contagiadas. Hasta la mañana del domingo, según reporte del MInisterio de Salud, alcanzaba los 408 casos.(I)
El Banco de alimentos no para en crisis
El Banco de Alimentos de Quito (BAQ) continúa su trabajo para garantizar la alimentación de personas de escasos recursos de la capital. Para ello aplica métodos seguros de distribución y provisión de víveres hacia las personas en situación de vulnerabilidad. El BAQ tiene el apoyo de la Escuela Politécnica Nacional (EPN). Para su labor recibe donaciones de empresas productoras o comercializadoras de alimentos, supermercados, centrales mayoristas de distribución y de la comunidad politécnica, que entrega donativos de alimentos y contribuciones económicas mensuales para la compra de alimentos no perecibles. En los últimos días, pese a la emergencia sanitaria, entregaron cerca de 10.000 kilos de alimentos a más de 5.000 personas. “Seguimos operando con un número menor de voluntarios y en la medida de nuestras posibilidades, no vamos a parar. Las donaciones siguen llegando y los beneficiarios también”, indicó Alicia Guevara directora del BAQ, quien recalcó que en la emergencia los alimentos se seguirán redistribuyendo.
Para donaciones se puede contactar a: [email protected]; [email protected] y para colaboración con voluntariado a: lhttp://bancodealimentosquito.com donde tendrá más información (I)
Dejaron de abrazar a sus hijos para evitar infectarlos
José es vigilante de tránsito. Su vida, al igual que la de muchos ciudadanos, se vio alterada desde la declaratoria del toque de queda. Él debe hacer respetar la restricción vehicular. “Es difícil llegar a casa y no poder abrazar a tu hija porque primero debes desinfectarte”.
Tiene la esperanza de que pronto todo termine. Pide a las personas que no salgan de casa. “Quizás la gente lo tomó como una broma, pero si no entienden lo grave que es esto van arriesgar la vida de sus familias y sus hijos”.
Asimismo, Cinthya Arriaga, madre de dos niños, cuenta que a diario desinfecta con cloro toda su casa. Su esposo, que es médico, ingresa por el patio. Allí deja la ropa y la coloca a lavar. “A los bebes ya no los toca por miedo de transmitirle el virus en caso de tenerlo. Vivimos días de mucha tensión en casa”.