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Lucha obrera, entre canonjías y conquistas

Lucha obrera, entre canonjías y conquistas
01 de mayo de 2011 - 00:00

La clase trabajadora ecuatoriana celebra hoy su día con marchas y desfiles en diversos puntos del país, una expresión social que tiene su albor a inicios del siglo XX, cuando la influencia anarquista condujo a la gestación del primer movimiento obrero en Ecuador, en 1922.

Este movimiento, conformado por humildes artesanos y trabajadores de pequeños negocios, dio un gran impulso a la clase laboral nacional; pero las diferencias ideológicas, intereses políticos y económicos han conspirado en su contra y no han permitido que se consolide su hegemonía, por lo que se encuentra fragmentado, debilitado y sin un rumbo en común, así lo aseguran varios expertos consultados por este Diario.

En el siglo XIX  Ecuador no poseía un proletariado numeroso ni una organización sindical; existía exclusivamente el carácter de sociedades de socorro o ayuda mutua entre el patrón y el obrero, conocidas como mutualismo. 

1-5-2011-sociedad-protesta-demanda-salarialEn su fase inicial la formación del movimiento obrero tuvo una fuerte influencia de corrientes externas,  cuando a puertas de la Revolución Liberal, en 1895, llegaron al país una serie de agrupaciones sindicales provenientes de México y Cuba, ligadas al movimiento anarquista internacional, explica el historiador e investigador Carlos Calderón Chico. 

Estos dirigentes anarquistas se convierten en personajes claves para la formación del movimiento obrero en el país. Entre 1910 y 1920 centraron sus bases en Quito y de manera especial en Guayaquil, donde había un mayor desarrollo industrial.

“Se situaban a lo largo de la calle de la industria, ahora llamada Eloy Alfaro, en las grandes fábricas y almacenes de paja toquilla, velas y aceites, donde estaba  el pulmón comercial de Guayaquil. Aquí surgen los primeros embriones sindicales, cuando la industria se  va volviendo más fuerte y los trabajadores buscaban reivindicaciones salariales”, menciona Calderón.

En aquella época se daba la Primera Guerra Mundial (914-1918) y la crisis  económica en el país se acentuaba, ya que cayeron las exportaciones de cacao y Europa, nuestro principal comprador, solo buscaba armas. Se producen las primeras migraciones campo-ciudad y la desesperación de los trabajadores empieza a surgir, lo que los conduce a las primeras  manifestaciones  que pronto se convierten en reclamos generalizados por mejoras salariales.

En 1912 se crea la Confederación Obrera del Ecuador (C.O.E.). De ella formó parte la mayoría de los sindicatos de  obreros ferroviarios, de yacimientos auríferos, tipógrafos, entre otros.

Emblema de la lucha laboral

En noviembre de 1922, los trabajadores del tranvía de Guayaquil presentaron a la compañía un pliego de reivindicaciones que los patronos rechazaron. Para entonces ya se había creado la Federación Regional de Obreros del Ecuador, que intervino y declaró una huelga invitando a todos los trabajadores de la capital comercial a unirse a la lucha contra la clase patronal, según relata el escritor Ricardo Paredes, en su obra “El movimiento obrero en el Ecuador. 

En el texto se narra que todas las organizaciones respondieron a este llamamiento y que un  gran pánico se extendió por la burguesía, que ante  el intenso  entusiasmo del proletariado  apostó a las tropas  en las intersecciones donde desfilarían los obreros.

El 15 de noviembre de 1922 más de 40.000 trabajadores recorrían las calles de Guayaquil y al llegar por la avenida 9 de Octubre doblaron hacia Boyacá, donde los soldados, camuflados en los balcones en espera de los manifestantes, abrieron fuego contra ellos. Al día siguiente de la cruenta represión, los cadáveres de miles de obreros son lanzados sin vísceras al río Guayas y años después empiezan a aparecer cruces sobre el agua lanzadas en recuerdo de las víctimas.

Esta  gran masacre es considerada como  emblema del inicio de  la lucha de la clase laboral ecuatoriana y descrita en la novela  del escritor Joaquín Gallegos Lara “Las cruces sobre el agua”, creada en  1946,  que trata sobre la explotación del pobre por el rico en aquella época.

En medio del luto y lejos de amilanarse, la clase obrera continuó organizándose y es así como para 1938   surgen  nuevas agrupaciones sindicales como la Confederación de Trabajadores del Ecuador (CTE) y la Confederación Ecuatoriana de Obreros Católicos (Cedoc).

Por cuestiones ideológicas, el sector sufre su primera división y de la Cedoc nace la Central Ecuatoriana de Organizaciones Clasistas Unitarias de Trabajadores (Cedocuct) con tendencia socialista y la Confederación de Organizaciones Libres Sindicales (Ceols) ligada a otros sectores de izquierda.

Posteriormente se formó el Frente Unitario de Trabajadores (FUT) que agrupa a las tres grandes centrales,  pero nace con una ruptura marcada por las diferencias  políticas, explica Edwin Bedoya,  secretario de la Cedocuct.

El sector se debilita

El dirigente de Cedocuct, que aglutina a 20.000 empleados, menciona que desde sus comienzos el movimiento obrero se ha visto debilitado por los regímenes de turno y que en los tiempos recientes la situación no ha variado.
“No podemos tapar el sol con un dedo; el movimiento obrero se encuentra debilitado principalmente por las leyes de flexibilización laboral y los decretos antiobreros, que nos limitan a realizar grandes movilizaciones”, menciona.

Bedoya recuerda que en el gobierno de Rodrigo Borja (1988- 1992) se  expidieron leyes que derogaban el derecho a la huelga, lo que desgastó al movimiento sindical del sector privado.

“En ese tiempo el movimiento obrero sindical del sector privado era más numeroso que el del  público, pero con la flexibilización laboral se fue debilitando. Parecía que el  sector público se fortalecía, pero  luego también se vio afectado”.

A criterio del ex viceministro de Trabajo, Tito Palma, no  se ha logrado la unión de la clase laboral porque existen cálculos políticos e intereses de carácter económico que no han logrado fundirse en un mismo plan de acción.

“Eso ha debilitado al movimiento obrero y detuvo su marcha hacia mejores conquistas. No se han podido defender los derechos  fundamentales de la clase trabajadora, como la estabilidad o los salarios justos... Además, se ha perdido la perspectiva política”, enfatiza el abogado laboral. 

Nelson Erazo, presidente de la Unión General de Trabajadores del Ecuador (UGTE), que agrupa a 50.000 trabajadores,  señala que el movimiento obrero no ha logrado  concretar su hegemonía debido a las pretensiones permanentes de los gobiernos de querer dividir al gremio y a la traición de muchos dirigentes sindicales.

Pablo Serrano, presidente del Frente Unitario de Trabajadores (FUT), con más de 80.000 afiliados, ve con mucha preocupación como en varios frentes “se están cercenando los derechos de los trabajadores” y exhorta a las autoridades a que hagan un análisis para mejorar la situación laboral en el  país.

“Se tiene que hacer un análisis profundo porque lo único que queremos es respeto a nuestra estabilidad laboral, ya que cada vez hay más desempleados”, expresa el sindicalista.

Según datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), el índice de desempleo en el pasado mes de marzo se ubicó en 7%, cifra menor a la registrada en marzo de 2010, cuando se ubicó en 9,1%. La población económicamente activa (PEA) totaliza 4’456.000.

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