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Toda maestra parvularia puede aplicar a la especialidad de tercer nivel a través del enes

“Los chiquitos no lloran por quedarse, sino por no irse” (Galería)

La educadora infantil Johana Zurita enseña a encajar piezas a los 10 niños que tiene en su salón dentro del CIBV ‘Camino al Futuro’ en Guayaquil. Foto: Miguel Castro/El Telégrafo
La educadora infantil Johana Zurita enseña a encajar piezas a los 10 niños que tiene en su salón dentro del CIBV ‘Camino al Futuro’ en Guayaquil. Foto: Miguel Castro/El Telégrafo
17 de febrero de 2015 - 00:00 - Redacción Sociedad

En los primeros 5 años de vida de un niño se estructuran su desarrollo físico, sicológico, cultural, cognitivo y social. Durante este tiempo, el cerebro, además de crecer, recibe del entorno la información esencial que utilizará durante el resto de la vida.

Con miras a fortalecer el trabajo de quienes tienen a cargo a los pequeños en guarderías se creó la carrera técnica de tercer nivel en Desarrollo Infantil. La disciplina dota de conocimientos científicos y teóricos a las educadoras, complementando la experiencia que ya tiene.

La especialidad, impartida a través de un acuerdo entre la Secretaría Nacional de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt) con el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), hasta el momento recibe a cerca de 700 mujeres que se instruyen, gratuitamente, en clases semanales los viernes y sábados.

La formación teórica, que reciben en las aulas de varios institutos técnicos y tecnológicos, como el Simón Bolívar en Guayaquil, se complementa con la práctica que realizan en los CIBV (Centro Infantiles del Buen Vivir). “Gracias al Gobierno hoy podemos mejorar nuestra preparación sin que nos cueste nada. Esta es una oportunidad que no la voy a desaprovechar”, menciona Johana Zurita, educadora infantil.

Su historia se entrelaza con la de Martha Pazmiño, ambas nacidas en el puerto principal, a quienes les une la vocación por la enseñanza infantil. Apenas terminaron sus estudios de bachillerato ambas optaron por unirse a los espacios de formación de los más pequeños.

Martha Pazmiño, de 44 años, tiene carisma y energía para transmitir los conocimientos a los pequeños. Disfruta con las actividades que realiza. Foto: Miguel Castro/El Telégrafo

Johana tiene 32 años y desde los 20 es educadora de los más pequeños. “Cuando me gradué de bachiller en ciencias sociales me dijeron si quería trabajar como auxiliar de parvularia y acepté porque siempre me han gustado los niños”.

Con el transcurso de los años aprendió a motivar y formar intelectual y sicológicamente a los chiquillos con paciencia y amor. Ese mismo entusiasmo lo replica en su hogar donde es madre de 3 hijos.

La falta de dinero le impedían profesionalizarse en Desarrollo Infantil Integral. Por eso fue una de las primeras que se inscribió  cuando se ofertó la carrera en los institutos superiores de las ciudades de Quito, Guayaquil y Cuenca. “Siempre quise aprender más y ahora la teoría que aprendo va de la mano con la práctica. Eso nos permite tener más conocimientos y formar de mejor manera a los pequeños que están a mi cargo”, dice.

En el Centro Infantil del Buen Vivir ‘Camino al Futuro’ de Guayaquil diariamente imparte sus conocimientos y disfruta de cada travesura que realizan sus pequeños. Tiene 10 niños, de entre 1 y 3 años, a su cargo que en muchas ocasiones prefieren estar ahí que en su casa. “Los chiquitos no lloran por quedarse, sino por no irse. Ese te demuestra que haces las cosas bien, por eso ellos se encariñan”.

Martha, con 44 años, es quizás la más entusiasta del centro. En su voz dulce se encierran todos sus deseos de motivar a los pequeños con juegos lúdicos o simplemente impulsarlos para que puedan resolver un rompecabezas o definir un sonido. “Lo que más me gusta es impulsar a los niños a lograr lo que se proponen. Siempre los motivo porque cada uno es inteligente y deben creerlo para estar seguros”, indica.

Ella se siente realizada cada vez que tiene que disfrazarse o tomar algo para enfatizar el aprendizaje de las cosas en sus pequeños. “Si tengo que ser payaso lo soy. Para mí no hay mejor cosa que ver la satisfacción y el amor de estos pequeños que muchas veces no tienen lo mismo en sus casas”, acota Martha.

Cuenta que antes había asistido a otros institutos, pero que sin duda cursar una carrera técnica es mucho más completo. Además de las 700 educadoras que son parte del curos técnico, hay 7.000 mujeres más que se capacitan en Desarrollo Infantil de forma virtual.

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