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Las mujeres de Muzo buscan esmeraldas con gran esfuerzo

Blanca Buitrago busca piedras preciosas a pesar del fuerte caudal del río de la municipalidad de Muzo (Colombia).
Blanca Buitrago busca piedras preciosas a pesar del fuerte caudal del río de la municipalidad de Muzo (Colombia).
Foto: AFP
15 de enero de 2018 - 00:00 - AFP

Una superstición las marginó por largo tiempo de las minas de Colombia. Entonces las mujeres debían buscar las esquivas esmeraldas entre los desechos de los socavones. Pero esta historia de machismo comenzó a ser enterrada.

Rosalba Cañón tiene 63 años y la cara curtida por el sol. A finales del setenta viajó a la localidad andina de Muzo, conocida como la capital mundial de las esmeraldas por la calidad de las gemas.

“Llegué por la ambición a la esmeralda y me quedé con la ilusión de que el Niño Jesús pusiera en la pala una esmeralda”.

En esa época las mujeres no podían trabajar en los túneles por el prejuicio de que traían mala suerte.

Además, una normativa les restringía el acceso formal a esta actividad en Colombia, uno de los mayores productores mundiales de esmeraldas con más de dos millones de quilates en 2016.

“Siempre se ha dicho que las esmeraldas se escondían cuando ellas entraban”, sostiene María Luisa Durance, de 39 años y trabajadora social de Minería Texas Colombia (MTC), una de las principales empresas del sector con 800 empleados.

Para Rosalba, el mito no fue un obstáculo. Por eso, desde hace 30 años se calza a diario sus botas de caucho y se une a decenas de guaqueros (cazadores de fortuna) que buscan piedras preciosas en la correntosa quebrada de Las Ánimas.

“Esto es una fiebre”, dice Rosalba, quien levantó a sus tres hijos con este oficio que le dejó al país $ 148 millones en exportaciones en 2016, según la Agencia Nacional de Minería.

Con la modernización de la actividad, las minas expulsan menos residuos. Pero así las personas buscan fortuna entre las toneladas de desechos vomitados al río.

Los guaqueros pescan algunas “chispas” verdes de vez en cuando y viven endeudados con los comerciantes.

“Nos prestan dinero y cuando encontramos (alguna piedra), la toman. Pero hace tiempo que no encuentro nada y lo que se encuentra solo da para ganar entre 200 mil y 500 mil pesos” (entre  $ 66 y $ 167), relata Blanca Buitrago.

Esta mujer (52 años) y madre de cinco hijos sufrió el conflicto armado y huyó de Guayabal (Tolima).

Pero al igual que Rosalba, Blanca no pudo aprovechar una ley que en 2015 enterró la superstición y permitió a las mujeres entrar a las entrañas de la montaña. Ya no tienen edad para buscar un trabajo formal.

Emplear a mujeres ha sido una “política muy exitosa”, destaca el presidente de MTC, Charles Burgess, de 62 años. Su empresa adquirió y modernizó las minas del polémico Víctor Carranza, el ‘zar de las esmeraldas’, que manejó buena parte del negocio hasta su muerte en 2013.

Las mujeres son “muy trabajadoras, honestas y orgullosas de su trabajo”, aunque “hay puestos que no son aptos” para ellas porque el trabajo “a veces es físicamente muy duro”, agrega este exdiplomático estadounidense.

Pero imponer la presencia femenina no fue fácil: cuando por primera vez una mujer operó el enorme elevador que desciende a los socavones, ningún minero quiso arriesgarse. Un ingeniero dio un paso al frente para dar el buen ejemplo.

Dos años más tarde, unas 15 “malacateras” dominan estas máquinas, la mayoría madres solteras o viudas que dejó la violencia en esta zona minera.

Así, Adriana Pérez escapó del infierno de la quebrada tras batallar desde los 9 años, junto con parientes. Hoy su sueldo de 1,8 millones de pesos le permite soñar con un mejor porvenir para sus dos hijos.

Antecedentes

- En 2015 se instauró una ley que permitió a las mujeres dedicarse a la búsqueda de gemas. Algunas de las trabajadoras se dedican a esta labor porque ya no tienen edad para incursionar en actividades formales.

- 2 millones de quintales de esmeraldas produjo Colombia en 2016, según las estimaciones.

- Los obreros bajan hasta 140 metros para vigilar la extracción de esmeraldas y soportan temperaturas de hasta 35°C. (I)

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