“La tasa de pobreza está ligada a cómo se enfrenta la crisis”
“La Unión Europea abarca situaciones socioeconómicas heterogéneas y el aumento de la pobreza tiene diferentes modalidades. Así, los griegos sufren la recesión desde hace seis años con recortes drásticos en los presupuestos públicos, acarreando bajas de salarios y pensiones de los funcionarios y precariedad en el sector privado. La tasa elevada de pobreza está ligada a la capacidad de los diferentes Estados para enfrentar el golpe de la crisis que el mundo acaba de atravesar. El problema griego es estructural y anterior a esta crisis. Otros países pobres, como Bulgaria y Rumania, deben deshacerse de su herencia soviética para adaptarse a su sistema económico. Hay que prestar atención a las consecuencias de este empobrecimiento que divide en capas el cuerpo social y alimenta las reivindicaciones populistas como en Hungría (partido Jobbik) o en Grecia (partido Syriza).
Lo importante es la solidez de las instituciones y la determinación de los poderes públicos en sustituir las carencias económicas. Pero unos países no lo pueden por razones de nivel de vida general, de políticas públicas, de fiscalidad, o no lo quieren por su orientación política (por la mayoría parlamentaria). En el fondo, la omnipotencia del político es un mito. Los países europeos no disponen de los mismos instrumentos de acción pública ni de los mismos sistemas de protección social, de los recursos que permiten financiarles o de su estructura productiva (más o menos exportadora, agrícola). Europa permanece un mosaico de Estados todavía débilmente dependientes entre sí.
Globalmente, el cuestionamiento de la prosperidad de la Unión Europea dependerá de la duración de la crisis. Es una zona rica pero, como todas las economías desarrolladas, está endeudada. Si la situación de numerosos conciudadanos europeos se deterioró, la deuda paradójicamente es lo que mantiene el proyecto europeo porque no se la puede enfrentar solo.
Su nivel social se elevó aunque la población no lo aprovechó de manera igual. Las desigualdades de situación se acentúan desde hace 25 años y están percibidas como más injustas. Las formas de precariedad no cambian fundamentalmente, pero la manera de percibirlas, sí. Ayer se hablaba de “vagabundo”, hoy se trata de “marginal”. Ya no se puede considerar China, India o África, cuyas situaciones evolucionan bastante, como regiones pobres en el sentido tradicional. Si el nivel de vida aumenta al nivel mundial, si sectores de la población incrementan su poder adquisitivo (con la aparición de la clase media china por ejemplo), otros sufren de su relegación a los márgenes del crecimiento.
La manera en que se calcula la pobreza (40, 50 ó 60% del ingreso mediano) depende sobre todo de lo que se quiere comunicar con las cifras que tienen apariencia de verdad y seriedad. Pero la noción de pobreza designa realidades contrastadas y complejas. ¿Si pensamos que el modo de vida de los pobres es una forma de decadencia, qué estándares tenemos que aplicarles y en nombre de qué? ¿Es útil hablar de “los pobres” como de una categoría homogénea, justificando así una intervención pública uniforme? ¿Si la falta de dinero es el problema en la pobreza actual, por qué restringir cada vez más el acceso a las ayudas sociales?
El problema de la pobreza tal como lo entendimos hoy es sistémico. La economía necesita “trabajadores pobres” para funcionar, pero debe asegurarles un nivel de vida mínimo para que el sistema se perpetúe. Las situaciones de crisis son cíclicas: después de algunos años de recuperación, las curvas solo podrán volver a partir en alza, para después estar en decadencia de nuevo...”.