La OMS incluye la adicción a juegos entre trastornos
Durante un año Henry Jácome perdió parte de las horas de sueño por los videojuegos y charlar con sus amigos en redes sociales.
En su habitación tenía la computadora y aunque su madre intentaba controlar el tiempo de uso, no lo hizo con firmeza porque Henry le reprochaba el distanciarse de su padre.
El menor de edad tuvo problemas de salud, cambió su estado de ánimo y bajó en el rendimiento escolar.
“Prefería permanecer encerrado en su cuarto y sin comer, ni salir y aseguraba que jamás tenía tareas”, recuerda su madre Marcela.
En ese momento acudió al especialista, quien le indicó que el joven padecía de adicción a los videojuegos. Precisamente la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo califica como un trastorno que está entre los nuevos problemas mentales y que afecta al 10% de la población.
La OMS describe la adicción a los videojuegos como un patrón de comportamiento tan grave que “prevalece frente a otros intereses vitales” de quien lo sufre.
La psicóloga educativa Elizabeth Montenegro aclara que la persona que lo padece destina la mayor parte de su tiempo a una actividad como los videojuegos y descuida la interacción social, familiar o estudiantil. “Esta actividad se convierte en el centro de su vida, de su motivación y le cuesta desvincularse. Y si lo obligan a hacerlo, puede presentar síntomas de abstinencia (angustia, desesperación y agresividad)”.
La especialista aclara que las personas adictas conviven en un mundo irreal. “Hacen de ese entretenimiento su forma de vida, porque crean redes de competencia con otros aficionados y se pasan hablando solo de eso”.
Esta dedicación excesiva -indica la doctora Bethy Jácome- deriva en repercusiones a nivel de salud física y mental. “Se pierden horas de sueño y descanso que se reflejan en la alteración metabólica del organismo (aumento o disminución de peso, descenso de la capacidad intelectual por falta de una alimentación adecuada”.
Los límites son necesarios
La psicóloga clínica Silvia Andrade considera que es importante establecer límites al uso de consolas de videojuegos. Y añade que los padres de familia no deberían utilizar estas herramientas como una forma de entretenimiento para sus hijos.
Ella indica que los chicos menores de 12 años solo deberían estar en los videojuegos dos horas a la semana.
“A esa edad las actividades del niño deberían encaminarse al desarrollo de la socialización y creatividad”.
En la adolescencia, el tiempo puede ampliarse a siete horas a la semana, porque el joven necesita desarrollar habilidades sociales, aunque es mejor de forma directa. “El manejo de tiempos permite que los videogames sean para entretenimiento e interacción y no un problema de familia”. (I)