Merendar un plato de arroz con menestra y carne o un pollo a la brasa son hábitos que Segundo Mora ha mantenido durante décadas. Él se encarga de preparar a diario su comida con los suficientes aderezos, de los que no excluye la sal.

Hace un año, Mora tuvo síntomas como dolores de cabeza e irritación en los ojos, por lo que luego de un chequeo médico conoció que tenía hipertensión.

La recomendación, a más de los medicamentos, fue evitar el consumo de sal y grasas, pero Mora admite que a sus 54 años es una indicación difícil de cumplir.

Según una investigación publicada en la revista británica New England Journal of Medicine, 1,6 millones de personas mueren al año por el consumo excesivo de sodio.

Es decir, 1 de cada 10 muertes cardiacas se atribuye al consumo de sodio superior a lo aconsejado.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) y médicos en general recomiendan que un adulto no debería superar diariamente los 2 gramos de sodio, lo que equivalen a una cucharadita de sal.

Gloria Gallegos, jefa del área de Nutrición del hospital Abel Gilbert, señala que la transición en la alimentación ha influido en la cifra de muertes. “Antiguamente no habían alimentos enlatados, empacados o comida rápida. Los platos eran caseros, con productos naturales, es decir, de la cosecha a la preparación y luego a la mesa”.

Esa transición, añade, ha sido negativa para la salud y ha hecho que los hábitos alimentarios cambien y se consuma muchos alimentos que contienen sal.

Gallegos expresa que actualmente todos los productos ahumados o enlatados tienen exceso de sal para que se conserven por largo tiempo y a la vez se genere una adicción, como ocurre con la grasa, el azúcar y los hidratos de carbono simple.

“Como ya somos adictos, porque las personas no comen sin sal porque el paladar ya está adaptado, vienen otros problemas”, dice Gallegos.

El líder de cardiología de la misma casa de salud, Dick Orrala, sostiene que el exceso de sal puede aumentar ciertas patologías ya instauradas en pacientes con problemas en el corazón.

Entre ellas menciona a la insuficiencia cardíaca congestiva, que impide la contracción correcta del corazón. “Al consumir mucha sal hay retención de líquidos y eso provoca que el órgano no funcione como es debido”.

Orrala indica que el organismo está esperando que la persona cometa un error, como el exceso de carbohidratos y de sal, para generar la hipertensión. Aclara, que el 50% del tratamiento es en base a una dieta sana y ejercicio, y el otro 50% corresponde a la ingesta de medicamentos para toda la vida.

Según Gallegos, en los pacientes se nota claramente los avances en salud cuando consideran las recomendaciones. La más importante de estas es preparar los alimentos sin sal, y si al servirlo el plato no es de su agrado, poner solo una pizca de sal y que se vaya adaptando paulatinamente. “He tenido pacientes con la presión demasiado alta que han tomado hasta 3 pastillas en el día y solo con bajar la sal han disminuido a la mitad de dosis”.