El procedimiento de eutanasia a un perro tiene un costo de $ 80
La muerte de una mascota se superaría en 3 fases
Llegó a sus manos cuando apenas era un cachorro. En ese entonces Ana María Montenegro tenía 20 años y su perro ‘Balto’, 3 meses de nacido. Con el paso del tiempo el can, de raza husky siberiano, creció. Cuando cumplió 9 años empezó a tener problemas de respiración. El veterinario le indicó a su dueña que tenía cáncer pulmonar y que su esperanza de vida era baja.
Aunque Montenegro optó porque a ‘Balto’ le practicaran quimioterapias, el can fue deteriorándose. “Perdió el apetito y le empezó a fallar la vista y el olfato”, recuerda la joven que hace un mes cumplió 30 años. Fue entonces cuando Montenegro optó por aplicar la eutanasia a su compañero de 4 patas.
“Antes de tomar la decisión consulté con mi familia, mi mamá lo trataba como a un hijo, mis sobrinos jugaban con él y durante los 3 meses que estuvo mal de salud todos preguntaban por él”.
El médico fue hasta su casa; mientras ‘Balto’ descansaba en su lecho, el veterinario indicó a la familia el procedimiento a realizar. Primero le iba a colocar una inyección para calmarlo y después una sobredosis de anestesia, la cual acabaría con su vida. Antes de realizar el procedimiento, el especialista permitió a la familia despedirse de su mascota.
Montenegro recuerda que uno a uno los miembros de su familia acariciaron al can y le dirigieron algunas palabras. Antes de que el médico le aplicara el calmante, Montegro retiró el collar negro que bordeaba su cuello y del cual colgaba una placa en forma de hueso con su nombre. Mientras el medicamento ingresaba en el cuerpo del perro vía intravenosa, su dueña acariciaba su lomo. “Recuerdo que le dije: tranquilo, vas a estar bien, fuiste un gran amigo”, relata Montenegro sin poder evitar que la voz se le quiebre y sus ojos se llenen de lágrimas.
Historias como esta hay muchas, afirma el veterinario Pablo Castro. En su clínica, ubicada en el norte de Quito, se practica al menos una eutanasia a la semana. El procedimiento puede costar desde $ 80, mientras que la cremación de una mascota asciende a $ 100. Hoy también hay cementerios para ellos.
Los perros viven según su raza. En los canes de pequeña estatura la esperanza de vida es de hasta 15 años, mientras que en los de tamaño mediano, como ‘Balto’, la proyección es de 10 años. Y en los de raza gigante el tiempo estimado es de 8 años.
Frente a esta realidad, blogueros como Martha Navarro, quien dedicó dos entradas a sus mascotas fallecidas, han hecho popular la siguiente frase: “Que los perros vivan 15 años es una estafa al amor”.
¿Cómo sobrellevar la pérdida? ¿Hasta qué punto puede afectar en la vida de un ser humano? El psicólogo Pablo Terán indica que, al ser considerados parte de la familia, despedirse de una mascota es duro.
“Algunas personas dirán que se trata solo de un animal, pero lo que los convierte en seres tan queridos es el vínculo que desarrollan con sus amos, su lealtad y su compañía”. El especialista da algunas pautas para vivir el duelo de las mascotas.
Aconseja a los dueños darse la oportunidad de estar tristes. Ocultar la pena que se padece ante la pérdida de una mascota no es una buena idea, ya que se corre el riesgo de que el dolor permanezca.
Como segundo paso, no es saludable culparse por el fallecimiento. Esto suele ser común en dueños que sufren una pérdida traumática de su mascota por un accidente o una enfermedad.
“Los accidentes existen, y hablar de ellos en términos de culpabilidad es muy espinoso y provoca un innecesario dolor, aún mayor que el sufrido por la pérdida de nuestro perro”, agrega el veterinario Castro, quien señala que buscar falsos argumentos para tratar de razonar la pérdida no permite avanzar en el proceso de aceptación de la muerte del perro o gato. En definitiva, prolonga el sufrimiento y evita el duelo.
Como tercer paso, tanto el psicólogo como el veterinario coinciden en que se debe recordar los buenos momentos, al igual que conservar algún objeto que le perteneció a la mascota, sin caer en el fetichismo. “Hay que tener claro que el objeto no es el perro o gato perdido”.
En un estudio de la Asociación Médica Veterinaria de EE.UU. se describen los estados por los que las personas suelen pasar luego de perder a un can o un felino. En general son similares a los que se atraviesa cuando fallece un familiar: negación, furia, culpa, depresión, aceptación y resolución.
“Necesitamos tiempo, como animales sociales y emocionales para resolver la pérdida de aquellos a quienes amamos, independientemente de su especie”, indica parte del documento.
Una consulta frecuente es cuánto tiempo esperar hasta tener un nuevo ‘mejor amigo’. Todo depende de las personas; por ejemplo, Ana María ya comenzó a buscar lugares de adopción luego de varios meses de superar el duelo. (I)