En 1989 ocurrió la ‘Huelga médica de los 100 días’, que paralizó por ese lapso a todos los servicios de salud del Perú como una medida de presión al primer gobierno de Alan García. Esta, que hasta hace poco fuera considerada como la paralización más prolongada en la historia del vecino país, ha quedado apenas como un dato estadístico frente a la actual huelga médica.

En esta ocasión los galenos protagonizan desde hace 114 días una huelga indefinida y siguen contando los días de paralización.

Un paro tan prolongado es campo fértil para la desesperación, alimentada por más de 200 millones de soles ($ 69 millones) en pérdidas en las cajas de los hospitales públicos, 2 millones de consultas externas desatendidas y unas 75 mil intervenciones quirúrgicas aplazadas.

Solo en Arequipa, la segunda ciudad más poblada del país, el 80% de operaciones programadas ha quedado en un limbo, dejando alrededor de 4.000 pacientes entre la vida y la muerte.

Los bandos del enfrentamiento que se agudiza con el paso de los días están claramente definidos. Por un lado, la Federación Médica Peruana (FMP) y el Ministerio de Salud, por el otro. En medio de ellos, y llamando a la calma, han tomado partido desde la Iglesia Católica hasta la Defensoría del Pueblo, sin lograr, en ninguno de los casos, algún viso de solución, haciendo que la huelga, como la propia salud de millones de peruanos, siga en franco proceso de deterioro.

¿Por qué protestan?

Las razones para que este paro se haya extendido de forma desmedida no son menores. La FMP asegura que más del 90% de médicos nacionales apoya el pliego de exigencias en el que resaltan 4 puntos determinantes: el pedido de que los médicos participen en las reformas del sector, de que se otorguen nombramientos a más de 3.000 galenos que están en condición de contratados, que se restituyan algunos artículos de la Ley del Trabajo Médico, y el más importante, que se respeten los acuerdos de incremento de salario pactados a inicios de 2013.

De acuerdo a ese pacto, un aumento de 1.500 soles ($ 522) beneficiaría mensualmente a los médicos especialistas y, en escala particular, a cada uno de los trabajadores de la salud.

A poco de finalizar 2014, ninguno de esos soles ha llegado al bolsillo de los doctores. Jesús Bonilla, presidente de la FMP, dice que lo que el gobierno de Ollanta Humala les ha ofrecido es una medida paliativa que consideran ‘irrisoria’.

Humala plantea entregar un bono de 200 soles ($ 69) durante todo 2015 y 200 más durante 2016. De aceptarlo, los médicos estuvieran ganado 6 soles más por jornada de trabajo de lo que ahora ganan.

“Es ridículo pensar que este incremento pueda calmar las necesidades de los profesionales que han dedicado su vida entera a cuidar la salud de la población”, declaró el médico Bonilla.

Arturo Granados, director de Descentralización del Ministerio de Salud, está convencido de que parte de la paralización pasa por el engaño de la dirigencia del FMP.

Sus argumentos apuntan a que en 2013 las negociaciones de los dirigentes beneficiaron a ciertos grupos de médicos especialistas, y que ahora pretenden sobre esos acuerdos imponer otros. “Es falso que haya una mayoría de galenos en paro, apenas 5% en Lima ha acatado la huelga y está convencido de que los dirigentes podrán sacar un mejor partido de forma salarial”, matizó el representante oficial. A su favor, el gobierno dice tener registros actualizados de los aumentos salariales de acuerdo a escalas, además de haber invertido unos 1.000 millones de soles en los aparatos de salud pública.

Los argumentos señalan una realidad mucho más profunda que muestra cómo el Estado puede movilizar sus acciones en discursos sociales casi opuestos, llevando un mensaje de apertura a la inversión pública y privada, en campos que aseguran un incremento en la economía nacional.

Mientras que en los campos de la inversión social, responsabilidad natural del Estado, no se logran aciertos, exponiendo la salud de los ciudadanos a un agotamiento innecesario.

El panorama a futuro parece inalterable. Hace unos días la premier Ana Jara hizo nuevamente un ofrecimiento a la dirigencia de FMP para que depongan la medida, recibiendo críticas y negativas a su iniciativa. Esto hace pensar que, de lejos, Perú se enfrenta a la huelga médica más prolongada que haya sacudido al país.