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Ecuador, 23 de Enero de 2025
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El Telégrafo
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El mineduc trabaja en la actualización de los textos escolares para visibilizar el legado de esta etnia

La danza y la historia afroecuatoriana, más allá del fútbol

‘Chonta, cuero y bambú’ se formó hace 9 años con niños de entre 9 y 8 años; sus integrantes han representado al país en varias partes del mundo. Foto: William Orellana / El Telégrafo.
‘Chonta, cuero y bambú’ se formó hace 9 años con niños de entre 9 y 8 años; sus integrantes han representado al país en varias partes del mundo. Foto: William Orellana / El Telégrafo.
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Benny Sánchez nació en Esmeraldas y fue parte de la única generación de jugadores del Juventus que logró ascender a su equipo a la categoría A en las eliminatorias del fútbol nacional. Junto a Simón Ruiz, Jhonny Proaño y Jimmy Quintero “goleaban a todos los equipos”, recuerda un fanático. Luego de ese período de triunfos el Juventus volvió a descender a la categoría B -en la que se mantienen- y Sánchez, que en ese entonces tenía 21 años, no volvió a jugar fútbol profesional y se mudó a Guayaquil con sus padres.

Sánchez en su niñez, además del fútbol, aprendió a bailar música afroesmeraldeña. Conoció los ritmos que fundan ‘Chonta, cuero y bambú’, el grupo de danza que hoy dirige. Estos sonidos son parte de una tradición que se dispersa por el territorio ecuatoriano como una señal de que el pueblo afro es más que fútbol. Aún así el legado ha perdido protagonistas en su lugar de residencia, Esmeraldas.

Uno de los datos del censo del INEC en 2010 (Instituto Nacional de Estadística y Censos) fue el alto porcentaje -inesperado- de la autoidentificación de la población afroecuatoriana y afrodescendiente. El 7,2 % de la población se calificó como tal, siendo Guayas la provincia con mayor población afro con el 9,7%, después de Esmeraldas donde habita el 43,9%. Pero la historia, las costumbres y la tradición oral de esta población han ido perdiendo fuerza en ciertos ámbitos.

El proceso histórico afro

Olga Esmeralda Caicedo dio clases durante 46 años en una escuela de Esmeraldas, su lugar natal. Enseñó, como una buena parte de los docentes en el pasado, la leyenda del héroe niño, Abdón Calderón.

Olga enseñó a sus alumnos el proceso de independencia que se gestó entre 1809 y 1820 en el país, con el peso que la historia le ha dado a la gesta del 9 de octubre de 1820, a diferencia de lo que se vivió en Esmeraldas, 2 meses antes, el 5 de agosto de 1820.

Para el historiador y poeta Ángel Emilio Hidalgo, uno de los factores para contar la historia de independencia es el peso político de Guayaquil en esa época. “Guayaquil era el principal puerto y el lugar donde residían las principales tropas del régimen español”.

A pesar de que Esmeraldas fue la primera provincia en concretar su independencia, su asentamiento no estaba incorporado a la Audiencia de Quito, “era un territorio aislado”, concluye Hidalgo.

Un estudio de Pablo Minda Batallas resalta que para la Audiencia de Quito, Esmeraldas significaba un camino corto al mar.

Incluir en la historia enseñada en las escuelas a la lucha de la comunidad afroecuatoriana es parte de sus demandas de inclusión.

César Mevil Quintero, un afrodescendiente de 73 años que cursa una maestría, es quien coordina el Consejo Nacional de la Unidad Afroecuatoriana (Conuae), entidad que integra 80 de las 150 organizaciones afroesmeraldeñas y afrodescendientes en Guayaquil.

Hace 4 años la entidad, en coordinación con otras de su tipo a nivel nacional, presentó una propuesta al Ministerio de Educación para crear un departamento o subsecretaría de etnoeducación, pero no tuvo eco. El interés era visibilizar la enseñanza de la historia de sus antepasados.

Uno de los preceptos de la Constitución expedida en 2008 es la interculturalidad de la educación. Esto se concreta en la Ley orgánica de igual nombre.

Según Luis Males, subsecretario del ramo, la razón por la que el pedido de la comunidad afro no ha tenido eco es “porque la Cartera de estado no debe únicamente trabajar en pos de una comunidad, sino en favor de todas”.

El MinEduc trabaja en actualizar los libros escolares para agregar a los grupos étnicos incluyendo los afroecuatorianos.

La música los invade

Caderona, arrullo, andarele y awa son los ritmos de la cultura afroesmeraldeña en el país. La percusión ha tenido influencia en su música, que es considerada una expresión de alegría y energía de su identidad.

“No creo que haya una cultura más alegre que la negra”, es la sentencia de Fabián Guerrero, uno de los jóvenes que desde niño integra ‘Chonta, cuero y bambú’, el grupo de Benny Sánchez.

Para Sánchez, la música afroesmeraldeña debe verse como un tema nacional y no limitarse a un solo grupo. La música que interpretan ha cambiado: antes era un poco más lenta y el vestuario tradicional era menos vistoso que el de ahora.

En Esmeraldas, según un investigador, habría solo 2 músicos constructores de marimba: Un cayapas de la comunidad de los Chachis y uno en Borbón.

Precisamente, la marimba es la parte de la cultura musical esmeraldeña más conocida. La tradición incluye aprender a construir el instrumento y afinarlo con el oído.

Este instrumento de percusión tiene similitudes con los xilófonos o balafones africanos. Su sonoridad es el resultado de las 24 teclas de distinta longitud y sonoridad, construidas de chonta dura.

Jimmy Simisterra es un experto en la marimba. Dirige el grupo de danza Afromestizo Candente en Guayaquil.

Simisterra tiene una visión para Afromestizo Candente: posicionar “nuestras costumbres, el legado de la historia que dejaron nuestros ancestros y potenciar talentos innatos de quienes lo practican”.

Hay quienes a pesar de reconocerse como afroecuatorianos han dejado de practicar estos ritmos para acoplarse a su entorno.

Es lo que Sánchez llama ‘blanquearse’. Por eso dice que no descansa para seguir difundiendo la música afroecuatoriana, después de todo es la mejor forma para transmitir el legado afro.

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